sábado, 7 de diciembre de 2013

Cine Bélico (13): INVASOR

Sinopsis: Pablo es un médico militar español enviado en misión de paz a Irak durante la guerra de 2.003. En una salida rutinaria su convoy es atacado en el desierto. Él y su amigo Diego logran refugiarse en una casa deshabitada, pero se ven envueltos en un conflicto que pone sus vidas en peligro… Lo que sucederá después se diluirá en su memoria al perder la consciencia y despertarse en un hospital de su tierra, en Galicia. Intentando salir adelante con su esposa y su hija, el veterano irá recordando para perfilar un terrible secreto con el que no podrá vivir y con el que el gobierno no estará nada cómodo...


HOMBRE CONTRA ESTADO
La desigual carrera de Calparsoro en cine quizá haya encontrado salida a través de esta película
 Celda 211 demostró que el impulso que se le ha dado en la última década y media al cine de género en España tiene pocos límites. Nunca un thriller carcelario había aunado credibilidad, emoción y entretenimiento con tanto rigor. Y, sin embargo, aún hay un género al que no acabamos de hincarle el diente: la intriga política, la que se centra más en las cloacas de los de arriba que en las penurias de los de abajo. Un déficit que viene a paliar en parte Invasor, séptimo largo de Daniel Calparsoro, con guion de Javier Gullón y Jorge Arenillas, basado en una novela de Fernando Marías, producido por la misma empresa que Celda 211, y ambientado en Irak y España.

La desigual carrera de Calparsoro en cine quizá haya encontrado salida a través de esta película de encargo con la que el autor de Salto al vacío, tan enérgico en la dirección como desequilibrado en la escritura hasta ahora, demuestra un poderío en la puesta en escena que nada tiene que envidiar, y con muchos menos medios, al thriller estadounidense. Con un guion algo mecánico y que nada nuevo descubre, pero en el que no hay caídas de tono ni de ritmo, y en el que se gradúa la información con tanta sencillez como efectividad, Calparsoro construye, con la ayuda de unos excelentes intérpretes, un dilema moral con ecos de la saga Bourne en montaje y planificación, pero también con una línea más clásica, casi como una de esas intrigas conspiranoicas de los setenta, en la que incluso el sombrero del fontanero del Estado Karra Elejalde parece sacado de El mensajero del miedo.

Le falta algo de trascendencia (y quizá de insolencia) para quedar en la memoria, pero, aunque ninguno hayamos presenciado una masacre en Irak, todos podemos toparnos casi cada día con un dilema moral semejante al del protagonista, en el que hay que decantarse por la honestidad, el orgullo, la libertad, la supervivencia, el suicidio o la complacencia”. Javier Ocaña. “El País”, 30 de Noviembre de 2012.

 
En su primera película, “Salto al Vacío”, Daniel Calparsoro mostraba un envidiable músculo cinematográfico, y en la última, “Invasor”, pues también. Calparsoro filma la acción con rabia, como si acometiera a las escenas, y en esta película hay secuencias bélicas, persecuciones y ambientaciones dignas de una gran producción y que contribuyen a hacer digerible una intriga que va perdiendo poco a poco su fuelle. El aparato tiene más enjundia que su función. La trama, muchas veces vista, trata de un ex combatiente de la guerra de Irak que a su vuelta, herido, ha de enfrentarse al conflicto interno y externo (con las consabidas cloacas del Estado) por un suceso ocurrido durante la guerra y que no está dispuesto a aceptar. El triángulo del conflicto, Alberto Ammann, el militar bueno; Antonio de la Torre, el militar duro, y Karra Elejalde, el militar malo, está trazado a lapicero, sin fuerza, mediante diálogos y situaciones entre lo previsible y lo impostado, con un abuso melodramático del flash-back y con unas tesis y propuestas más bien manidas. Es una pena que al saludable cuerpo de la película se le haya rellenado con un alma o guión tan escueto”. Puntuación: 2 (sobre 5). E. Rodríguez Marchante. “ABC”, 29 de Noviembre de 2012.

Manda la acción y busca el impacto: Invasor, de brillante factura, es como un todoterreno que se debería mover por las malolientes cloacas del poder cuando en realidad transita por la autopista de los lugares más manidos. Todo es previsible menos Karra Elejalde, que ejerce de brazo ejecutor del Estado: lo mejor de un filme de trazo grueso, impactante en la acción, limitado en el drama y maniqueo en su planteamiento”. Salvador Llopart: “Invasor: A Toda Marcha Hacia Nada”. “La Vanguardia”, 30 de Noviembre de 2012.

Daniel Calparsoro filma con nervio y mucho oficio pero acostumbran a fallarle los guiones. Recuerdo con agrado sus primeras obras –“Salto al Vacío” y “A Ciegas”- pero “Asfalto” y “Guerreros” hacían aguas desde el libreto. Tras un tiempo dedicado a la televisión, regresa con esta película sobre dos soldados españoles (Alberto Amman y Antonio de la Torre) que regresan de Iraq traumatizados por la violencia y con un doloroso secreto a cuestas. Sólo una pista: ¿os acordáis del “Redacted”, de Brian de Palma? Pues por allí van los tiros. Todo es tan gratuitamente peliculero que se le escapa a uno la risa. Las persecuciones, los silencios, Elejalde -con sombrero y gabardina- parece estar en otra película, los gratuitos vaivenes de los personajes y, sobretodo, la arbitrariedad de un guión que parece un queso de gruyere. No hago spoilers ni cuento nada, simplemente cuando veáis la peli haceros esta pregunta: ¿Por qué los polis persiguen a Alberto Amman si hasta bien entrada la acción no tienen ni idea de la existencia del vídeo que desencadena el lío? Y ya me callo”. Toni Vall: “Cinemanía”, 11 de Octubre de 2012.

Desde su debut en la dirección en 1.995 con la justamente alabada “Salto al Vacío”, Daniel Calparsoro ha ido combinando algunos muy interesantes títulos para la pantalla grande (“Asfalto”, “Guerreros”) con prolongadas incursiones en la pantalla pequeña, donde, sin duda, ha aprendido buena parte del sólido oficio que ahora exhibe en 'Invasor', una película a la que se puede acusar de muchas cosas, menos de tener un ritmo y una energía que envidiarían otras producciones, incluso americanas. El problema de su penúltima película (Calparsoro acaba de rodar “Combustión”) es de guión, de algo que se le llama 'credibilidad': si esta no funciona, la tensión baja, y el carrusel de situaciones dramáticas y de acción se para (o ralentiza) por falta de gasolina.

Es muy difícil conectar con las peripecias y las preocupaciones del personaje de Alberto Ammann y su lucha contra el poder y la ley del silencio... si su entorno (plagado de conspiraciones, intereses, corrupción) no está suficientemente bien dibujado. Y no es culpa de Karra Elejalde, el malo del film: él sólo es el mensajero de un miedo que no nos acaba de atemorizar. Algunas escenas de acción (las variadas persecuciones) y la solidez del reparto (desde el ya veterano Antonio de la Torre hasta el últimamente lanzado Ammann) se pueden contar entre lo mejor de esta nueva incursión del director al paisaje (terrorífico, intimidatorio) de la guerra y de sus daños colaterales: en “Guerreros”, ambientada en Kosovo, le fue mucho mejorPuntuación: 2 (sobre 5). Pere Vall: “Fotogramas”.

Las críticas lo dicen todo…

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Y, hablando de críticas, tras la crítica atroz al estamento castrense que realizó en “Guerreros”, no me extraña nada que el Ejército declinase cualquier participación en este film, teniendo que recurrir a Pegaso de los Antidisturbios para simular BMR (una caja de madera encima y ya está resuelto el tema del habitáculo medicalizado). Para cualquier mínimo conocedor del equipamiento de nuestras FAS, esto rechina estridentemente.

Su segundo –y arriesgado- film desarrollado en un ambiente militar se basa levemente en una idea expuesta en la novela homónima escrita por Fernando Marías (cuya novela ponía blanco sobre negro aquello que todos sospechamos): Un destacamento médico español cae en una emboscada de los insurgentes iraquíes y dos miembros del mismo han de guarecerse en una casa cercana, manteniendo una lucha con sus aterrados habitantes –que lo único que hacen es defender a su familia y su hogar-, quedando malherido uno de los militares, no sin antes matar a uno de los civiles, del cual recibirá una transfusión sanguínea, “fundiéndose en cuerpo y alma” con él… Era una novela metafórica y llena de un terror psicológico que rozaba lo kafkiano (con una transformación angustiosa), pero –a pesar de su carga crítica a la intervención en Iraq- se dejaba (más o menos) leer.

De ella, el director extrajo la idea primigenia para realizar un thriller al estilo hollywoodiense (con persecución a lo “Bullit” incluida), comercial a tope, aunque trate de disimularlo alegando crítica al oscurantismo gubernamental (encarnado esta vez, cómo no, por el Ministerio de Defensa, el cual trata de tapar por todos los medios a su alcance una matanza de civiles desarmados). Vale, vale: Los americanos lo hacen mejor… O, al menos, parece que lo hacen mejor (ahí tienes la hiper-incómoda “Redacted”, “En el Valle de Elah”, “En Tierra Hostil” –aunque, en mi modesta opinión, este film está sobrevalorado- o las británicas “La Ruta Irlandesa” y “La Marca de Caín”, ambas fantásticas), pero..... Actores españoles, director español, guion basado en libro español, productores españoles, rodaje en España, con instituciones españolas de por medio (ejército, CNI, gobierno…) y ¡¡NO ES DE LA GUERRA CIVIL!! Ni un film entrañables paletos tomando gachas en un tazón, ni un drama de gays, ni una comedia de gays… Podría ser mejor en todo pero para entretenerse está bien, y sí: Se puede ser capitán médico con 30 años (lo que no puede tener es el chabolo que tiene… a no ser que haya dado el braguetazo de su vida). ¡Y lo que no se puede es llevar un HK MP5 como arma reglamentaria en vez del G-36! Pero ligeros fallos no desmerecen esta película “de acción”, por más que se empecinase el director en catalogarla de “film de denuncia de los poderes fácticos”.

Si Calparsoro denominó a su “Guerreros” el “Apocalypse Now español”, “Invasor” supuso el “Black Hawk Down hispano”… O eso pretendía. Es innegable que es una película –repetimos hasta la extenuación- DE ACCIÓN bien rodada y lo mejor que se puede decir al espectador de una película de este tipo, lamentablemente, es que no parece española: Calparsoro –aunque no lo quiera… O lo quiera, pero se empeñe en negarlo- siempre ha sido un continuador de tendencias de cierto tipo de cine americano y en esta cinta lo vuelve a dejar bien patente. Es verdad que no inventa nada nuevo ni muestra nada novedoso, pero hace tan bien su trabajo que se le puede disculpar con facilidad su falta de originalidad formal. Los cineastas marcadores de estilos y tendencias son especímenes tan escasos que sí sólo se les permitiera hacer películas a ellos, la industria del cine mundial directamente no existiría. Así que volvamos al mundo real en el que cineastas más o menos solventes como Calparsoro sí pueden hacer películas, al menos por el momento…

La cuestión es que esta película ya la han hecho en Hollywood y bastante mejor, la verdad. Hay que agradecer el esfuerzo que está haciendo el cine español de un tiempo a esta parte para rebasar los límites temáticos tradicionales, y alabar los riesgos que algunos directores están tomando. Eso es muy loable. Lo que pasa es que en esta ocasión, la película no funciona. No es por el trabajo de los actores porque realizan un trabajo creíble, tampoco es por la dirección porque hay que reconocer que las escenas de persecución están muy bien rodadas, así que creo que el problema es EL GUIÓN que resulta bastante previsible aparte de maniqueo. También se ha comparado esta película con el trabajo de Paul Greengrass. Tampoco hay que pasarse con el entusiasmo de algunos. El montaje del británico es algo así como doscientas mil veces mejor que el de Calpalsoro, por no hablar de la emoción que es capaz de imprimir a sus imágenes y el fabuloso uso del flashback. Y este film no se puede comparar con, por ejemplo, “Greenzone” porque en ella, Greengrass critica lo mismo que Calpalsoro, pero de una forma mucho más sutil, no con la brocha gorda que usa casi siempre el cine español. A veces, se es tan burdo en la denuncia y en el mensaje antibélico que ambos pierden toda la fuerza y es lo que ocurre aquí con ese maniqueísmo de pandereta (un sinfín de tópicos se suceden) y con esos actos tan arbitrarios e incomprensibles. En el afán de querer denunciar a todo el mundo se pierde la razón: El usar ese modo de denuncia tan grosera resta eficacia al film. Y eso es culpa de los guionistas (y de Calpalsoro en última instancia), quizás seguramente en su afán de buscar financiación y en no enemistar al clan de ceja, que no ceja nunca en denunciar las injusticias de los demás, aun a riesgo de caer en la exageración cuando no en la mentira. A Calparsoro –y es algo innegable- se le agradece su buen pulso narrativo, su fluidez, su buen quehacer en la filmación de las escenas de acción (algunas de ellas bastante duras, filmadas con nervio por Calparsoro, sin callarse nada y sin escatimar en violencia[1]), explosiones, tiroteos y una espectacular secuencia de persecución por La Coruña, rodada con un brío, adrenalina y vigor rara vez vista en el cine patrio (y con un montaje vibrante), pero que –a su vez- el tono grandilocuente de la escena, con una pretendida espectacularidad y con la banda sonora resonando a todo volumen, buscando una fotografía muy bella, acaba siendo contraproducente… Una pena de oportunidad perdida.

Invasor” es la típica confrontación entre la honestidad, representada por el médico (¡ojo! Es prácticamente un civil, de ahí la buscada empatía del espectador, enfrentado al cuadriculado, sanguinario y cruel estamento militar –que no escatimará medios, a través de su particular -y caricaturesco- “Escuadrón de la Muerte”, para quitarlo de en medio por salirse del redil), frente a la versión oficial del oscuro Elejalde y su equipo, un lobo con piel de cordero que sabe pasar de la caricia más paternal a la más expeditiva de las acciones. Estoy seguro que los remordimientos y la coherencia ideológica son uno de los pilares del ser humano pero, ¿por encima de sí mismo y de los suyos? Este quizás es el único elemento poco creíble de toda la historia, porque por mucho juramento hipocrático que haya hecho alguien, por muy concienciado que uno esté con las causas humanitarias y la ayuda a los más necesitados... ¿estaría esto por encima de la hija y la mujer de alguien? ¿De su propia vida? Quizás la articulación de todas estas dudas sea el gran escollo del guión, que además plantea una serie de personajes secundarios realmente de opereta, casi sin ninguna arista, y los denodados esfuerzos de un reparto excelente no consiguen hacernos creer esta galería de malvadísimos e intrigantes espías que entran y salen en la vida de los protagonistas. Eso sí, Elejalde y De La Torre están que lo bordan y me ha sorprendido muy gratamente Alberto Ammann, al que no creía capaz de componer un personaje tan complejo -e insisto, poco creíble en sus planteamientos ideológicos- como el que hace.

El atractivo principio promete y en general la película tenía muchos ingredientes para funcionar y Calparsoro filma con verosimilitud las escenas de guerra y demuestra tener un gran oficio para la acción (muy destacable la persecución en coche en pleno centro de la ciudad). . Sin embargo, la peli "derrapa" en las distancias cortas: El argumento está llevado al límite y roza la caricatura, y eso es lo peor que le podía pasar a una historia como ésta. En aras de acentuar la tensión y el conflicto interno del protagonista, la situación se lleva al límite. El personaje de Karra Elejalde termina siendo de comedia disparatada tipo "Airbag" (eso de retratar a los “poderes del Estado” como matones de opereta, la verdad, no cuela). Al final, resultan absurdas las decisiones que se toman, nada tiene demasiado sentido y todo huele a exageración y farsa. Se trata de una trama metida con calzador para poder enfatizar el “dilema” psicológico en el que vive el protagonista (y, de paso, patear al Gobierno del PP –que, a fin de cuentas, fue quien nos metió en Iraq-, representado por el MINISDEF).

Calparsoro prometía ser uno de los mejores realizadores de este país –junto a León de Aranoa, Isabel Coixet o Amenábar-, con una narrativa audiovisual al nivel de cualquier producción de Hollywood, por cara que sea. Un hacedor de imágenes que nos había impactado en sus inicios, ya que títulos como "Salto al Vacío" o "A Ciegas" nos dejaban patidifusos por la madurez visual y capacidad de este director. Pero también desde sus inicios ha tenido un lastre del que no ha podido librarse hasta ahora: Lo flojo de sus guiones. Aunque es la primera vez que no ha participado en el guión, ni siquiera contar con un texto previo de Fernando Marías le ha servido para mejorar este bache en su trayectoria.

Y ahí es donde radica el horror de la película, EN EL GUIÓN TAN MALO: Es un mal proyecto con una idea mediocre. Que me vas a hablar de los horrores de la guerra de Irak a través de un soldado español (que debió de apuntarse al ejercito como con 12 años, porque con treinta aproximados es médico y tiene rango de capitán); bueno, está manido y muy usado por el cine americano, pero me vale como premisa para una peli de acción… El problema es que ni es una peli de acción ni es nada, dura hora y media y le sobra una hora. Las escenas de acción son mínimas muy poco aprovechadas, y el drama humano que pretende suplir la falta de acción tan absurdo y estereotipado que corre el riesgo de terminar provocando risa, en vez de reflexión.

El gobierno se pinta de malo-malísimo hasta rozar la ridiculez (porque sí señores, el siniestro gobierno ibero tiene matones a sueldo); el protagonista es un alma cándida y… En fin, un sinfín de cosas por el estilo. Los personajes son poco profundos e inverosímiles, las subtramas manidas y de poca relevancia. Los diálogos son incomentables, sumamente malos, de estos en los que te quedas pensando "¿en la vida real alguien hablaría así?" En definitiva, un horror tras el cual te planteas como unos buenísimos productores, directores de imagen y un largo etc. han podido dedicar sus talentos a semejante bodrio. Porque eso es cierto, si algo bueno se le puede achacar a la película es una imagen cuidadísima y unas localizaciones espectaculares y muy logradas para ambientar la historia. Diría que hasta una buena realización, en un sentido meramente técnico, las escenas están bien hechas, los planos son buenos, etc. En fin, que se podría decir que cuenta con buena dirección si no fuera porque es incomprensible que un director no meta mano a un guión cuando ve que es inenarrablemente absurdo. Todo lo positivo de la película, se diluye en una trama horriblemente estructurada con todas las carencias de guión que se puedan imaginar, hasta el punto en el que no creo que los trabajos actorales puedan ser valorables, porque lo que hacen es defender lastimosamente un pésimo guión y unos personajes absolutamente lineales y planos… No obstante, y a pesar de sus carencias argumentales, estamos ante una producción más que elogiable, sobre todo por el aprovechamiento de recursos y la forma de articular la historia en imágenes. Pocos directores hay en nuestro país con una visión tan certera de la narrativa cinematográfica contemporánea como Calparsoro. Incluso su planteamiento como cineasta me resulta sugerente -hacer películas de claro corte comercial, pero con una implicación trascendente a la hora de contar la historia-. Ojalá que en sus próximas películas -entre las que está una versión española de la saga “Fast & Furious” llamada “Combustión” (¡¿?!) y una en Estados Unidos con Hayden Christianssen de protagonista, nada más y nada menos (el dólar es el dólar, y si no que se lo digan al gran hombre de principios anti-yankee que es el Sr. Javier Bardem)...- se mejore este elemento, porque si lo hace se convertirá no solo en uno de los más interesantes cineastas en el panorama internacional -al aprovechar mejor que nadie los recursos para conseguir una narrativa y un aspecto visual atractivo- sino además en un marchamo de calidad unida a digna comercializad.

Pero, no enviemos al patíbulo a Calparsoro y su “Invasor” sin, al menos, romper una lanza a su favor: Lo mejor de todo, señores, es comprobar que en España se puede hacer cine espectáculo de género, igual de bien realizado que en Hollywood. Y no depende de presupuesto, porque estoy seguro que Calparsoro obtuvo la cuarta parte del que tuvo Ridley Scott en “Black Hawk Derribado”. Pero el resultado visual, la forma de ilustrar la historia, no tiene nada que envidiarle. Realmente esplendoroso, con todas las reglas de este tipo de películas, que además se transforma en un electrizante thriller, lleno de intrigas, personajes amenazadores e historias apasionantes (tras un arranque oscuro –y, en momentos, incluso lento- el film cambia radicalmente de rumbo, transformándose en el habitual thriller de acción americano de conspiraciones y persecuciones callejeras[2])... Que lamentablemente no terminan de cuajar porque el guión sigue fallando. Esta cinta es de esas en las que a uno le da coraje que esté todo tan bien rematado y que no hayan empleado más tiempo y recursos en pulir un guión que habría conseguido que "Invasor" fuera una de las mejores películas de acción y guerra jamás hecha en España. Lo que no es de recibo es que alguna crítica lo considere el “único español capaz de dirigir una buena cinta de acción en España”.

Eso sí, es interesante cómo Calparsoro domina la técnica del flash-back, momentos que aprovecha para contar la historia manteniendo el suspense... Para que nos hagamos preguntas y también para impactar en el momento preciso (con las respuestas). Tienen algo estos flash-backs que calificaría de “sensoriales”: Momentos en los que Calparsoro sabe recrear ciertas atmósferas con las que consigue el efecto adecuado. Sin duda alguna, el film  tiene su mejor baza en esos flashbacks[3] donde cuentan lo que realmente les ocurrió en Iraq y que son la parte más interesante de la misma. El problema es que una vez que se sabe eso, la película se convierte en un film de persecuciones[4] que le resta interés a lo visto antes y donde el protagonista se escapa una y otra vez de sus perseguidores dejando de lado una trama que de sumergirse en la psicología del personaje hubiese sido una película mucho más interesante.

Reseñable también es su notable fotografía del catalán Daniel Aranyó (“Los Últimos Días” o “Combustión”’), jugando con los tonos amarillentos[5] en las escenas iraquíes (con denominación de origen canaria: En realidad, Fuerteventura) y –en contraste- con los grises en La Coruña (sugerentes planos aéreos), esto adornado por el score musical de Lucas Vidal (“Mientras Duermes” o “The Raven”), conductora de emociones.

El final, no podía ser de otro modo… No hacemos spolier por si todavía les quedan ganas de verla. No obstante, precisamente ese final es el que salva de la quema el resto del film: Final irónico, podríamos denominarlo.

LO PEOR:
La carga demagoga y apologética del antimilitarismo[6] basado en estereotipos (tarado sediento de sangre, por ejemplo). Si ya en “Guerreros” a Calparsoro se le fue la mano, en “Invasor” se le ha ido todo el brazo. Cuando el despropósito cobra (aparentemente) carácter de denuncia… Ya se sabe lo que pasa (y es que Calparsoro no es ni Oliver Stone ni Costa Gravras). Que estuviese nominada para cinco premios Goya, incluido el mejor guión adaptado (y tan adaptado: El film se parece a la novela como un huevo a una castaña) no es excusa para los halagos. Podría -y recalco el “podría”- haber sido una buena película denuncia (¿qué hacía el Ejército español en Iraq?) pero el hilo conductor para dicha denuncia no puede ser una historia totalmente inverosímil. Por otro lado podría haber sido una buena peli de acción (las escenas bélicas son buenas y están bien realizadas) pero las secuencias de guerra son una pequeña parte del metraje… Lo dicho, ni chicha ni limoná.

Además, en el registro más típico del cine español (el ambiente familiar postraumático del comienzo) se nota que Calparsoro no está en su salsa, esas escenas resultan bastante acartonadas.  De acuerdo, el film plantea dilemas morales y retrata el stress post-traumático de los soldados enviados a la guerra… A cualquier guerra porque, aunque no lo parezca, "Invasor" no está ambientada en ninguna guerra. Más bien es únicamente un lugar donde colocar una historia que podría haberse encuadrado en cualquier parte con un conflicto armado. Una historia que desemboca en un presente en el que las consecuencias de los hechos pasados son tan reprochables como las instituciones que intentan taparlas. Si bien su punto inicial es fuerte y tiene un desarrollo prometedor, pronto el espectador comprende que ese punto de partida no era lo que uno se imaginaba, y que el cuerpo de la película es llano, plano y carente de originalidad…

LO MEJOR:
Un Karra Elejalde de malo-malote que no lo hace del todo mal (aunque su personaje huele demasiado al encarnado por Stephen Rea en la miniserie británica “The Shadow Line”, los dos -eso sí- están estupendos: Nunca me había dado tan mal rollo un “no te creo[7])… En general, el trío “castrense” protagonista está bastante aceptable y creíble: Alberto Ammann y Antonio de la Torre (la película tiene destellos, de esos que luego recuerdas, como la mirada de De la Torre frente al mar) están bien en sus papeles, son dos actores fiables que no acostumbran a fallar (Amman es un ejemplo de naturalidad, compromiso y capacidad de expresión para los jóvenes actores “guapitos de cara” que pueblan la televisión -ver su enfrentamiento con de la Torre en el barco-, lo que no quita que, en ocasiones, ese rol de buenísimo cándido sin más sentido que verlo huir de un lado a otro, obtenga que la empatía del espectador con él sea cero -nos da igual lo que le pase, pues es cargante tanta inocencia, teniendo en cuenta que su esposa e hija parece importarle un pimiento-). La pobre (y resignada) Inma Cuesta hace lo que puede para aportar trascendencia a una tensión impostada y engolada (no lo hace mal, pero es muy poco el aprovechamiento que hacen de su personaje, relevado a un segundo plano cuando empieza la acción[8] - y la química entre ella y Amman no termine de funcionar-), la verdad es que duele verla de “mujer florero” sin una trama personal que defender e interpretando -en vez de a un verdadero personaje por sí solo- el rol de la chica del protagonista... No obstante, los actores son buenos. Es, repetimos, el guión el que no es creíble.

Nota: 5,2 (se salva porque, al menos, es entretenida). Gustará o no gustará, pero lo cierto es que no deja del todo indiferente. No obstante, esa mezcla de géneros entre la realidad más corrupta y la película de acción pura y dura no termina de enganchar debido a que en muchas ocasiones (no alguna ocasional) la película no consigue demostrar la verosimilitud de sus escenas, sobre todo en un final utópico y muy peliculero… ¿Thriller o denuncia social? Calparsorono sabe / no contesta” (y es que, como diría el Sr. Elejalde en la disparatada “Airbag”: “Manda cojones…). Ésta no será ni de lejos de las mejores películas que ha dado el cine patrio… Pero tampoco es de las peores.

De cualquier modo, no es una película cómoda de ver –en cierto modo, “valiente” (o “cobarde”, según se mire)- y se presta al debate...

FICHA TÉCNICA:
Dirección: Daniel Calparsoro.
País: España.
Año: 2012.
Duración: 99 minutos.
GuiónJavier Gullón, Jorge Arenillas (Novela: Fernando Marías)
MúsicaLucas Vidal.
Fotografía: Daniel Aranyó.
Protagonistas: Alberto Ammann (Pablo), Antonio de la Torre (Diego), Karra Elejalde (Jesús Baza), Inma Cuesta (Ángela), Luis Zahera (Arturo), Bernabé Fernández (soldado pelirrojo), Sofía Oria (Pilar), Fran Peleteiro (Ramón), Julio Pereira (Carlos), Isabel Blanco (doctora(, Antonio Durán (hombre en el bar), Ben Temple (soldado estadounidense 1), Peter Vives (teniente estadounidense), Alex Hafner (soldado estadounidense 2), Benjamin Nathan Serio (soldado estadounidense 3), Iriorne del Toro (soldado 2), Abdelatif Hwidar (padre granja), Mehdia El Younoussi (madre granja), Salma Romero El Younoussi (hija granja), Zakaria El Michioui (hijo granja), Nahima Amiri (abuela granja), Manuel Cortés (enfermero 1), Iván Marcos (enfermero 2), Francisco Vera (médico 3), Juanjo Guimarey (camarero bar) y Sonia Casteló (presentadora).





[1] La cruda escena de la lucha cuerpo a cuerpo dentro de la casa iraquí recuerda a aquel angustioso duelo entre el Waffen SS y el soldado Mellish de “Salvar al Soldado Ryan”.
[2] Calparsoro parece haber hecho un trabajo de corta y pega con escenas y secuencias de manual de género consiguiendo que la cosa sea entretenida sin más.
[3] Aunque, para algunos críticos cinematográficos, la sobrexplotación del flashback utilizado como recurso narrativo en películas de todo tipo y condición, ha provocado que esta herramienta ya no sea capaz de lograr el impacto o la sorpresa para la que fue concebida, sobre todo cuando se abusa de su uso o se hace de manera tópica mil veces antes vista.
[4] Nadie puede negar a Calparsoro el excelente trabajo realizado en las escenas de acción, que nada tienen que envidiar a las americanas, sobre todo al comparar presupuestos (ésta contó con aproximadamente 3,5 millones de euros), así como una acertada música que consigue irradiar adrenalina en cada secuencia. En lo que falla la cinta es en su argumento y el desarrollo de éste, resultando demasiado inverosímil y rocambolesco. Tal resulta la inverosimilitud, que se produce un momento en que dejas de intentar aceptar la historia y decides relajarte e intentar disfrutar de las escenas y persecuciones.
[5] Clásica fotografía amarillenta que parece haberse convertido en clásica del cine bélico.
[6] El único que tiene un discurso (bastante coherente, por cierto) defendiendo al Ejército (secuencia del bar) resulta ser un psicópata que… En fin, no despanzurraremos más de la intriga.
[7] Es un crimen que Elejalde no estuviese nominado a los Goya, porque su caracterización es de lo más sibilina y trabajada (es el único que borda su papel… Y. además, se nota que lo disfruta).
[8] Parece como si el guión la fuera absorbiendo a lo largo de la historia hasta hacerla desaparecer de manera que, hay momentos en los que aunque está, no se la ve. Lo cierto es que no aporta nada a la película. Calparsoro parte de excesivos clichés ya un tanto manidos (el falso culpable injustamente perseguido, los poderes fácticos que utilizan cualquier medio –por ilegal e inmoral que sea- para evitar que la verdad salga a la luz, la denuncia de la perversidad inherente de los “invasores…) y progresivamente se va tornando más inverosímil y exagerada.

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