lunes, 4 de noviembre de 2013

RÍO ROJO: Sangre española en el NERETVA

19 de Junio de 1993: Un día muy triste en el Diario de la Agrupación Táctica “Canarias”. Un día regado con sangre española, y que dejó un saldo de cuatro cascos azules fallecidos, quienes dejaron su presente en aquellas tierras balcánicas para asegurar el futuro de los bosnios. Ese 19 y los días que le sucedieron fueron jornadas amargas, llenas de dolor y lágrimas… Pero también de anónimos héroes que dieron lo mejor de sí mismos por recuperar los cuerpos de sus camaradas. Únicamente porque era su deber. Únicamente por el sentido de compañerismo que une a los hermanos de armas. Ésta es la historia de aquel fatídico día y de los días siguientes:

"Todo oscuro, terrible. aquella luna
que se rompió, de pronto, echando sangre.
Aquel desprevenido silencio
que de pronto impedía que mojase
la sangre al corazón, abriendo puertas
para dejarlo hundido, abandonado,
dentro de un uniforme
sin nadie".
 (Rafael Alberti: "Entre el Clavel y la Espada")

Los largos meses de trabajo de nuestros soldados convirtieron la que hasta ese momento se había denominado "Ruta de la Muerte", en "Ruta de la Vida" (también llamada "Ruta de los Españoles"). Sólo los que la utilizamos por aquellos años en distintas ocasiones podemos valorar el esfuerzo de nuestros contingentes para mantener en marcha aquellas columnas, que representaban la posibilidad de supervivencia para miles de seres humanos, entre voladuras, nieves, minas, obstáculos y docenas de puntos de control de esta o aquella milicia, que obligaban en ocasiones a largas discusiones en las que se mezclaban el especial talante del español, un trago de la bota y la amenaza de la boca de fuego de los Vehículos de Exploración de Caballería (VEC) lo que permitía resolver los parones y cumplir la misión

(…)

Recuerdo al respecto que, en los meses en que se escoltaban los convoyes de ayuda humanitaria que se movían a lo largo de la ruta del río Neretva, los conductores de los BMR debían conducir durante larguísimas jornadas de doce y catorce horas, sobre unas carreteras infernales y plagadas de riesgos de todo tipo. En esas condiciones, se tuvo que ordenar formalmente a los conductores y escoltas españoles, que realizaran sus comidas en frío -que se les entregaba en la base de origen- dentro de sus vehículos, ya que, ante la presencia de hambrientos niños, mujeres o ancianos en la zona en que se hubiera hecho el alto para la citada comida, nuestros soldados compartían con ellos los correspondientes bocadillos, o incluso entregaban la totalidad de su rancho en frío a la población civil, poniendo en riesgo el desarrollo de su agotadora misión” (Jorge Ortega: “Las Operaciones en Bosnia-Herzegovina”. Revista “Atenea”).

Las alternativas acciones de uno y otro bando se fueron sucediendo provocando graves dificultades en el cumplimiento de la misión e incidentes como disparos de 12’70 contra nuestros BMRs, lanzamientos de granadas contra los mismos, disparos de francotiradores contra nuestro personal, muerte de un periodista belga en nuestra zona de acción y cada vez mayores limitaciones a nuestros movimientos. El ambiente era cada vez más hostil a nuestra presencia de testigos molestos, no siendo los únicos en sufrir las consecuencias pues personal de ACNUR y Observadores de la CE también sufrieron bajas. Mientras tanto, las unidades que patrullaban Mostar recibían continuamente fuego de morteros y el atravesar la línea de confrontación debía hacerse con tal velocidad que provocó la caída al río Neretva en Dreznica de un vehículo de combate de zapadores paracaidistas con el saldo de cuatro ahogados al no poderse liberar del equipo de combate (Coronel Luis Fernando Salafranca Álvarez, comandante en la AGT “Canarias”).

Vila, el hada legendaria de los bosques balcánicos (de la que había que huir porque emborrachaba el alma, lo volvía a uno loco y presagiaba tragedia) siguió haciendo de las suyas en Junio, solamente 17 días después del fallecimiento del sargento Tornel (y ocho desde la muerte del teniente Aguilar). Cuando los españoles aún no se habían repuesto, las aguas esmeraldas del Neretva se enturbiaron de rojo: El sábado 19 de Junio un VCZ (acrónimo de Vehículo de Combate de Zapadores, un BMR con una pequeña pala hidráulica adaptada) caía desde un puente, llevándose consigo a su tripulación.

 
Cuando llevábamos a cabo alguna operación, en muchas ocasiones teníamos que desviarnos de la ruta principal, que corría pareja al río Neretva, y dar grandes rodeos debido a que había combates en la zona, o simplemente a que al jefecillo local –que siempre detentaba el empleo de comandante- no le salía de los cojones dejarnos pasar. Estas rutas alternativas transcurrían por las montañas, y en ocasiones se trataban de pistas de arena, con el ancho justo para pasar el BMR –unos dos metros y medio-, hasta el punto de que en algunos tramos uno de los miembros de la tripulación debía preceder a pie al vehículo, ya que al llegar a las curvas, el conductor perdía completamente de vista la “carretera”, corriendo el riesgo de despeñarse. Esta ruta desembocaba en la carretera principal, cruzando una presa sobre el Neretva. Este mismo río servía como “frontera” entre los croatas y los bosnios que se disputaban la zona. Nunca llegamos a saber que ocurrió realmente…”

Ese mediodía, una sección de Zapadores al mando del capitán Godoy[1] -jefe de la Compañía de Zapadores-, compuesta por tres blindados VCZ. provistos de pala empujadora/rastrillo frontal y un BMR "Mercurio" (que se les unió en Medjugorje), se dirigían desde Dracevo a Jablanica para relevar a sus compañeros de la II Sección de Zapadores[2] (que estaban fortificando dicho destacamento) y, al mismo tiempo, inspeccionar una línea de tendido eléctrico –“unos crean los problemas, otros los complican, y al final nos toca a nosotros resolverlos”-. Al sargento de Ingenieros José Antonio Delgado Fernández le quedaban 10 días para irse de permiso.

 
Desde que había quedado cortada la carretera del Neretva -a unos 20 kilómetros aguas arriba de Mostar- por la destrucción del puente de Bijela (un puente de hormigón sobre tres pilastras, en curva y justo en la confluencia entre el Bijela y el Neretva) en Abril, debía seguirse una ruta interior de montaña alternativa que desembocaba de nuevo a la altura del puente de Dreznica (conocido como Puente Vrdi), punto disputado tanto por musulmanes como por croatas. Con laderas escarpadas y alturas dominantes, ambos contendientes se observaban mutuamente impidiéndose el movimiento por aquel lugar.

Se cruzaron con un convoy que iba de regreso. Como siempre, se saludaron con las luces.

La carretera de montaña que bajaba hacia el puente era la típica Macadán: Estrecha, llena de curvas cerradas y pronunciadas pendientes, los profundos barrancos naturales llamados balkas, con los lados tan inclinados y resbaladizos (mucho más si se añadía lluvia o nieve) que incluso los Patrol tenían dificultades. Los blindados calentaban los discos de freno, por lo que los conductores iban alternando el hidro-cinético como el freno-pedal para que se fueran enfriando... Pero al llegar por fin abajo, ambos estaban "ardiendo".

 
Era costumbre que el primer lugar en los convoyes lo ocupara un vehículo de los zapadores, como siempre, por si hubiera que despejar obstáculos o reconocer el terreno en busca de minas…

Enfilaron el puente en formación cerradísima. Todos tenían conciencia de que estaban cruzando pleno campo de batalla (unos días antes, un francotirador había matado a un imprudente cámara belga de una cadena de televisión iberoamericana que había ignorado las advertencias de los españoles. Llevaba un coche con matrícula croata y salió a filmar... El disparo iba dirigido al conductor, pero le alcanzó de lleno a él), por lo que aceleraron. El asfalto del tramo lo permitía. “Durante el resto de Mayo, las alternativas acciones de uno y otro bando se fueron sucediendo, provocando graves dificultades en el cumplimiento de la misión e innumerables incidentes, como disparos de 12’70 contra nuestros BMRs, lanzamientos de granadas contra los mismos, disparos de francotiradores contra nuestro personal, muerte de un periodista belga en nuestra zona de acción y cada vez mayores limitaciones a nuestros movimientos (Francisco Javier García Cuberos, Cabo 1º del Tercio “Duque de Alba”, II de la Legión).

 
Aunque algún diario afirmaba que "aunque la zona en la que se produjo el accidente está considerada como "caliente", al paso del vehículo español no se registraba ningún tiroteo" ("ABC", Domingo 20 de Junio de 1993. Pero, teniendo en cuenta que el Ministerio de Defensa también informó que el accidente se había producido "chocando contra un poste" -José Conde Monge, Coronel de Caballería. "Militares", Nº 12 [Agosto de 1993]-, la veracidad de las noticias bien podría ser cuestionable), compañeros de los accidentados certificaban que comenzaron a dispararles: El atravesar la línea de confrontación debía hacerse con tal velocidad que provocó la caída al río Neretva en Dreznica del VCZ... La realidad fue que recibieron fuego en la zona del conductor y los impactos provocaron el accidente (información avalada por el programa “Código Alfa”, que aseguró en su reportaje dedicado a los 10 años de presencia en BiH.: “El blindado fue hostigado por fuego de francotiradores” [“Código Alfa”: “Diez Años en Bosnia”, Miércoles 25 de Septiembre de 2002]). Era la diversión preferida de los francotiradores, en aquel angosto pasillo que formaba el puente Vrdi. La velocidad de los vehículos era de 150 kilómetros por hora. Casi al final del puente permanecían unos montículos de tierra y algunos dientes de dragón de cemento de un desmantelado check-point croata. Los primeros blindados sortearon el obstáculo, tomando el ángulo de 90 grados que después hacía la carretera sin más daño que el blindaje descascarillado por los "pacos". 

El VCZ “Z-10 del sargento Delgado iba algo más retrasado, acelerando justo cuando la carretera se convertía en el citado ángulo recto, sin muchas posibilidades de maniobra pues era el tramo final de los 150 metros que componían la longitud del puente y, a la derecha, se levantaba un sólido muro de protección (los BMR. cruzan zanjas de 1’20 metros y salvan obstáculos verticales de 0’60, pero no hacen milagros). Ninguno de los dos frenos respondió, no bombeaban, y tomó la curva a 110 kilómetros por hora (de hecho, se barajó la posibilidad de que el conductor, que tenía pocos meses de experiencia con el carnet, abusara del uso de los frenos durante la bajada y que estos, recalentados, no respondieran). El blindado derrapó ligeramente hacía la derecha, dirigiéndose contra la ladera de la montaña. Al intentar corregir la dirección chocó contra la pared, agrietándola, con tan mala fortuna que la pala frontal actuó como muelle rígido, y el VCZ salió rebotado. Rompiendo la valla protectora comenzó a rodar por la pendiente de 30 metros que se encontraba al otro lado.

Las carreteras eran muy estrechas y muy malas… Prácticamente, y estábamos en guerra y había tiros y había bombas. Y todas esas cosas influyen mucho en la acción” (Francisco Javier Zorzo Ferrer. Informe Semanal: “Bosnia, Misión Cumplida”. Sábado, 16 de Octubre de 2010).
 

El blindado cayó al río. Al darse cuenta de lo ocurrido, el resto del convoy se detuvo e intentó auxiliar a los paracaidistas. Uno de los legionarios saltó la barandilla y corría terraplén abajo, hacia la orilla del río, cuando se oyeron disparos y voces. Desde la ladera de la montaña soldados bosnios disparaban al aire y gritaban para atraer la atención de los españoles. Sin atreverse a mostrarse mucho, por miedo a los tiradores croatas del otro lado del río, avisaron a los legionarios que todo el margen estaba minado. Todavía consiguió flotar unos cuarenta metros, llevado por la corriente, antes de hundirse. El tirador, el CLP Isaac Piñeiro Varela (18 años), fue incapaz de librarse de la jaula de acero que suponía su puesto de ametrallador. Sin embargo, el sargento José Antonio Delgado Fernández (24 años[3]) y los paracaidistas[4] Samuel Aguilar Jiménez (CLP 1ª, 19 años) y Agustín Maté Costa (18 años[5]) lograron salir y ponerse de pie encima del vehículo - Igor Castresana Sanz salió despedido por la trampilla[6]- . El sargento les recomendó que se librasen de todo el equipo posible y tratasen de nadar, ya sin tanto peso, hasta los pilares del puente. Saltaron antes de que se sumergiera.

 
Aguilar consiguió deshacerse del chaleco, del PECO.’s y de una bota. Maté solamente del correaje. El equipo mojado se convirtió en una pesada losa que les arrastró hacia el fondo: “Fue un desgraciado accidente de circulación, un viraje demasiado comprometido en un área batida por francotiradores. Pero sin duda contribuyó al desenlace –murieron en el acto, ahogados, seis de sus siete tripulantes- que los seis fallecidos viajaran embarazados con un aparatoso chaleco antibalas de la Guardia Civil, de los que se sacan por la cabeza y con gran dificultad, en lugar de los chalecos más manejables que resultan indicados para el angosto interior de un blindado. La razón por la que llevaban uno y no otro: La precipitación, el equiparles con lo primero que se había encontrado a mano” (Fermín Benítez: “¿El Gran Ejército Español?”. “Crónica” de “El Mundo”, Domingo, 29 de Febrero de 2.004, página 4). El sargento quería salvarse y salvar a los suyos, pero había más corriente de la que parecía. Únicamente Castresana, que para conducir más cómodo se había desprovisto del chaleco (sobre el que se había sentado, decía que si pisaban una mina le protegía más así, de abajo a arriba), las trinchas y los cargadores del Cetme (además era el que menos mal parado físicamente había salido del accidente), pudo nadar a duras penas -el río en esa zona es muy rápido y caudaloso- y salvarse aferrándose a uno de los pilares del puente, donde fue recogido: El CLP 1ª Juan Jiménez Berenguer, conductor del Z-13, se echó al agua y pudo rescatarlo (a Castresana), asido a un pilar del puente, antes de que se ahogara. Cuando se percató de que el CLP 1ª Berenguer y el Cabo 1º Ángel Herrera Gálvez[7] sólo hablaban con él, se dio cuenta de que los demás se habían ahogado. Alcanzada la orilla, el CLP Oliva recoge al conmocionado.

Lo realmente patético fue la situación de desesperación en que quedó sumida la tripulación del otro blindado que iba detrás del accidentado: Los soldados salieron para tirarse al río y socorrerlos, pero en su desenfrenada carrera no se percataron de que se habían metido en un campo minado, en la misma orilla. No podían ni avanzar ni retroceder. "Tuvieron que ver impotentes cómo sus compañeros se ahogaban mientras trataban de quitarse las botas y el chaleco entre gritos de angustia y socorro"(Fernando Múgica, citando a un Cabo 1º que deseaba permanecer en el anonimato: "Lo que de Verdad me Pasó en Bosnia". "7 Días de El Mundo", página 4).

"Tengo que estar contenta... Yo viví con él las enormes ganas que tenía, la ilusión que ponía en todo. Y murió así, con toda su ilusión. Él no me perdonaría que estuviera triste" (María del Carmen Costa, madre del CLP. Agustín Maté).

A las 11:20, al llegar la noticia al destacamento de Jablanica y sabiendo que hay ahogados, todos quieren ayudar. El comandante jefe organiza un convoy que se desplaza al lugar del accidente. Mientras tanto, se pide a España a ayuda de la Compañía de Operaciones Anfibias del Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros No 12 (basado en Monzalbarba, Zaragoza).

Al mismo tiempo, el mando español pidió apoyo para las tareas de rescate al contingente británico, que disponía de equipos para actividades subacuáticas. Ambos bandos cesaron de dispararse durante toda la fase de búsqueda y recuperación, llegando soldados de la Armija incluso a ofrecerse para ayudar en las tareas de rescate.

Al puente acude un Equipo “Recovery”, una grúa y tres ambulancias (además de personal del BOEL y del destacamento de Jablanica, principalmente zapadores). Dos VEC cubrieron los extremos del puente y 20 BMR se desplegaron por la zona, previo aviso a los contendientes que, en todo momento, respetaron la tregua (y no como se narra en alguna página web, en plan hazañas bélicas: “Operación en la que estuvieron escoltados por la Compañía “Austria”, mientras las balas croatas y bosnias cruzaban sobre sus cabezas”). Un Puma francés colaboró desde el aire en las tareas de rescate.

 
A las 13:00 horas, el equipo de buceo británico, un oficial y cuatro suboficiales, llegó a bordo de dos Sea King que habían despegado de los buques que se hallaban fondeados en el puerto de Divulje. A ellos se les había unido el Teniente Morais, jefe de la Sección de Especialistas de Agua de la BOEL, para realizar el primer rastreo de superficie con dos zodiac, reconocer las orillas y bucear a pulmón libre… sin resultados. Cerca de las 17:30, se vuelve a intentar con equipos de buceo autónomo. El resultado, por desgracia, sigue siendo el mismo. Dos horas y media después, debido a la falta de luz, se ha de suspender la búsqueda.

A las 22:00 horas se avisa en España al Capitán Jesús Viñas, jefe de la COA., quien rápidamente organiza un equipo y se desplaza de inmediato a Bosnia. El Equipo estaba formado por el siguiente personal:

Capitán Jesús Viñas.
Sargento 1º José Antonio González Martínez.
Sargento Julián López Marín.
Sargento Pedro De Diego Peral.
Cabo 1º Féliz Nieto Marí.
Cabo Juan Bañuelos Ibero.

Entretanto, los británicos en seguida localizaron el VCZ (la mancha de aceite que desprendía era notable), en medio del río, y se dispusieron a extraerlo por medio de un cable. Fue una extracción difícil, pues la grúa LUNA llegada desde Jablanica -apoyada por un BMR de recuperación- no podía con aquella mole de 13 toneladas y media llena de agua a 16 metros de profundidad y empotrada en la V del río. Se negoció con un musulmán de Jablanica el alquiler de su grúa, con la polea rota y los cables pelados... pero mejor eso que nada. El bosniaco no quería acudir al lugar porque temía a los francotiradores del HVO, pero al final se le convenció. Se la ancló en el asfalto y comenzó a tirar lateralmente, para salvar una roca en la trayectoria de salida del blindado. Comprobaron que Piñeiro no estaba en el cilindro del tirador. Después se sumergieron tres veces más, no hallaron a nadie y se quedaron tranquilamente esperando en la orilla hasta las cinco de la tarde, hora a la que se fueron con las botellas de oxígeno medio llenas. "Se les agradeció su ayuda, pero la impresión general era que bucearon lo justo" (Javier Fernández Arribas: "Casco Azul, Soldado Español", página 60). Mañana será otro día…

Al día siguiente comenzó un arduo rescate, dificultado porque –maldita coincidencia- ese tramo del río era el más profundo, con un fondo arcilloso lleno de escombros.

Pero en toda esta dramática historia hay detalles que poca gente –salvo los que estaban allí- saben: Quiso la casualidad que poco antes de que ocurriera el accidente, se enviasen a España los equipos de buceo que la AGT tenía, y fue por este motivo por lo que hubo que pedir a los ingleses que ayudasen a recuperar los cuerpos (la Sección de Agua de la BOEL había sido disuelta por el coronel Morales porque -según él- no era necesaria, y su material se encontraba de vuelo para España, no como su personal, que fue distribuido en misiones por los diferentes destacamentos, misiones que, en la mayoría de los casos, no eran sus funciones: De pasar de ser componentes de una Unidad de Operaciones Especiales, se dedicaron a logística, cocina, conductores y mantenimiento...). Los submarinistas de la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión únicamente disponían del traje de neopreno, pero no pararon de bucear a pulmón libre. El teniente Aguado, de los Zapadores de la BRIPAC. -que se encontraba en Jablanica y se ofreció voluntario para las tareas de buceo-, también participó en la búsqueda permaneciendo en el agua tanto tiempo que el capitán de la Compañía tuvo que ordenarle que descansara un poco, después de pasar casi dos horas sumergiéndose sin parar. La profundidad del Neretva en aquella zona era bastante razonable, pero lo que nadie esperaba es lo que un legionario era capaz de hacer: Cuatro legionarios cogieron la zodiac de los británicos y salieron al agua por la zona que les habían indicado. Uno de ellos se desvistió de cintura para arriba, se deshizo del correaje y las botas y -ayudado por los otros dos- se ató una cuerda a la cintura, cogió unas gafas de buceo y se zambulló en el Neretva. Salió a flote respiró y se sumergió, volvió a salir, miró hacia donde estaba el Comandante. Adolfo Coloma Contrerasalias “Caballo Loco”, perteneciente a la BOEL, Oficial de Enlace en Kiseljak con el Batallón español y coordinador de la operación de rescate[8]- y movió la cabeza de forma negativa. La oscuridad era total y la gran cantidad de hierros afilados que se amontonaban entre el lodo convertían la inmersión en todo un desafío. Finalmente, el legionario Antonio Galdo Anca palpó un cuerpo a 12 metros de profundidad y a unos nueve metros de uno de los pilares (lo que no habían hecho los buzos británicos en dos días un español, a pulmón, lo había realizado en dos horas). Avisados éstos -equipados con botellas, los buceadores británicos eran los responsables de sacar los cuerpos-, se negaron a bajar alegando que la visibilidad era nula. Galdo se volvió a sumergir, confirmándoselo: Había un cadáver abrazado al pilar, pero él solo no podía sacarlo, pesaba demasiado. Enfurecido, salió, agarró por el brazo a uno de los buceadores británicos y lo arrastró hacia el agua... Al poco rato extraían el cuerpo de Samuel Aguilar. Era el Domingo, 20 de Junio. “(…) El legionario Galdo de la Bandera de Operaciones Especiales de La Legión (BOEL.) que, con riesgo de su vida y en contra de lo que argumentaban los buceadores ingleses, bajó, a pulmón libre, en las profundas aguas del río Neretva, varias veces, hasta localizar los cuerpos de los paracaidistas que habían caído al río y perecido ahogados” (Francisco Javier Zorzo: “Españoles en Bosnia. Algunos Hechos Significativos”. Revista “Atenea”. Jueves, 17 de Diciembre de 2009).

La desgraciada Agrupación “Canarias” fue un símbolo de los errores cometidos en los Balcanes, no tanto por España, sino por una comunidad internacional que envió a una zona de guerra a tropas de mantenimiento de paz, armamento escaso y un mandato avaro que era una camisa de fuerza, como probó años después el caso de Srebrenica. Cuando la guerra terminó en diciembre de 1995, las tropas de paz se quitaron el azul de la ONU de sus cascos y mostraron el verde y las armas de la OTAN. El mundo al revés: Paz para la guerra y guerra para la paz. Errores similares se están cometiendo en Afganistán, donde sólo Estados Unidos y Reino Unido parecen empeñados en poner los medios militares necesarios… (Ramón Lobo: “Lecciones de Bosnia para España”. “El País”, 18 de Octubre de 2010).

"Primero, por qué murió tan joven, y después por qué estuvo tanto tiempo en el río, desaparecido, hasta que lo encontraron...", eran las preguntas que martilleaban el cerebro de Salvador Aguilar, su padre. "No sé, creo que ésta es una situación muy confusa, no hay acuerdos de ningún tipo. Yo no soy quién para decir si nuestros hijos tenían que estar allí o no, pero creo que hay que aceptar lo que dice la ONU".

Mientras tanto, la operación de extracción del blindado proseguía. Los cables de la grúa antediluviana se destensaron, por lo que el CLP 1ª Emilio Roiz Montoya se apresuró a bajar el terraplén para ajustarlos cuando se quedó paralizado: Había visto algo brillar, entre los arbustos y las rocas… Otro cable, pero éste no pertenecía a la grúa... ¡Minas! Y eso que un zapador de la Armija les había asegurado que no habían colocado más minas en la zona que las que se encontraban debajo del estribo del puente.

El comandante Coloma decidió que fueran los mismos cables de la grúa los que hiciesen explosionar las minas: "Se romperán los cables y la grúa, obviamente, se quedará aquí, pero es mejor esta alternativa que estar perdiendo un tiempo precioso, del que no disponemos, desactivándolas".

El coronel Morales, que se había personado en el lugar, no estaba dispuesto a dejar allí un blindado español, por lo que consultó su opinión al Comandante Torres (jefe de la G-3) y al capitán Godoy. "Este es nuestro trabajo", contestó, por lo que la operación de abrir un pasillo continuó (encomendada directamente al teniente José Luis Aguado y a su equipo, el sargento 1º Justo L. Mantecón y los CLPs García y Maldonado). Pero los problemas no iban a acabar ahí: las tenazas no cortaban bien, por lo que tuvieron que desenganchar los cables de tracción, uno a uno, abriendo el anzuelo que iba por el pasador, con sumo cuidado para no soltar el percutor... Todos permanecían expectantes, aunque protegidos detrás de los blindados.

"Anzuelo quitado.

Espoleta desenroscada.

Carga de metralla sacada.

Cuerpo de mina extraído.

Carga de trilita fuera.

Mina desactivada". Tras la primera PMR-2A, hallaron otra mina entre unos arbustos, cuyo hilo de tracción pasaba justamente por encima del anterior, situada a un metro de ésta. En medio de aquel dramático momento, se entabló una divertida discusión entre el Teniente Aguado y el Sargento 1º Mantecón, quien le reprochaba que "ésa me toca a mí. Usted ya ha quitado una, no sea chupón.

- Mira Justo, no jodas. Ya estoy metido y no voy a salir para que entres tú. Es más arriesgado. La quito yo". Y el teniente la desactivó de la misma manera (era lo más adecuado, dado que ya se encontraba en la zona minada y, de esta manera, se evitaban más movimientos de los meramente imprescindibles).

A las doce de la noche, bajo la atenta mirada de Castresana que, en chándal y con el chaleco antifragmentos no se movió de allí, el VCZ. fue finalmente sacado de las oscuras aguas del Neretva y trasladado a Jablanica. Morales no quiso aceptar sus excusas, pues consideraba que él no había tenido la culpa de que los frenos se calentaran en exceso: "Tranquilo, estamos en una zona de guerra. Ha sido un accidente, no te preocupes. Sé que todos los conductores estáis sometidos a mucha presión, hacéis muchísimos kilómetros y pasáis por líneas de confrontación. Eso influye, no te preocupes". Casi a la misma hora de la extracción, el equipo de pontoneros se personaba en el lugar…

Debido al incesante bombardeo de artillería y morteros que caía sobre Jablanica, el convoy de trabajo y recuperación no pudo alcanzar el destacamento hasta las 4:30 de la mañana, teniendo que pasar horas detenido en medio de la carretera.

El lunes 21 el grupo de buceadores especialistas del regimiento de Pontoneros se hizo cargo de la búsqueda de los desaparecidos. A su disposición se pone todo el personal del BOEL presente en la zona (cuatro tenientes, 4 Suboficiales, cinco Cabos 1º y cuatro Caballeros Legionarios), así como el Teniente Aguado. De un modo sistemático y seguro, mediante filieres (cuerdas que dividen y compartimentan el fondo para su seguimiento y rastreo por los buceadores) marcadas con dos boyas y dos sondeos, rastreando en parejas que buceaban cogidos de la mano sin soltarse, a una profundidad de 23 metros. La zona de búsqueda era amplísima: 100 x 150 metros (unos 15.000 m2). El rastreo debía hacerse al tacto, debido a la falta de visibilidad…

Se tienden los filieres y se organizan nueve parejas de buceo -3 del RPEI y 6 de la BOEL-, organizando los turnos de inmersión, anotando tiempos, el seguimiento de las tablas de descompresión y el resultado del seguimiento de los filieres:

TENDIDO DE FILIERES:
Sargento 1º González.
Sargento De Diego.
Sargento López Martín.

PAREJAS DE BUCEO:
Capitán Viñas y Sargento Martín.
Sargento De Diego y Cabo 1º Nieto.
Sargento 1º González y Cabo 1º Bañuelos.
Teniente Morais y Cabo Bringas.
Sargento 1º Justo y Cabo 1º Manzanares.
CL Galdo y CL Larena.
Cabo 1º Torres y Teniente Ardanas.
Teniente Delgado y Sargento Pardos.
Teniente Aguado y Sargento Rodríguez.

EMBARCACIONES:
Alfa: Sargento González.
Bravo: Sargento 1º Ocón.

PARQUE DE BUCEO:
Cabo 1º Pierre.

PARQUE DE BOTELLAS:
Caballero Legionario Medina.

La ardua labor dio sus frutos: El 21 de Junio, a las 16:00 horas, el Teniente Pablo Delgado de Luque, perteneciente a la BOEL, localizaba a Maté -aún con todo el correaje y el antifragmentos puesto-, izándolo con una “baga”, un anillo realizado con cinta plana de escalada, que se enrolla alrededor del cuerpo. Al día siguiente, sobre las 9 de la mañana, el Sargento De Diego localizaba a Piñeiro, igualmente con toda la impedimenta encima. El 23, a las 8:50 aproximadamente, el Comandante Coloma hallaba al Sargento Delgado, cerca del pilar del puente. Como su tripulación, también continuaba completamente pertrechado, mostrando que había decidido salvar a su gente antes de desprenderse del equipo y salvarse él.

Hay que reconocer que los croatas y los bosniacos se portaron en aquella ocasión: FIRMARON UN ALTO EL FUEGO DURANTE TODO EL TIEMPO QUE SE TARDÓ EN RECUPERAR LOS CADÁVERES, E INCLUSO ABRIERON UN PASILLO EN EL CAMPO DE MINAS PARA QUE LOS CASCOS AZULES PUDIERAN ACCEDER A LA ORILLA.

Antes de repatriar los cuerpos, el 24 se celebró en la base de Divulje un pequeño homenaje: Todas las fuerzas del destacamento formaron, junto a representación del destacamento francés, otra de los ingleses e incluso una representación croata. Frente a la formación, extendidas sobre una pared la bandera de España y la de Naciones Unidas. Dos mochilas de combate y dos pabellones formados por tres fusiles cada uno marcaban el lugar que ocuparían los féretros. En los cañones de los CETMES habían colocado una boina negra paracaidista, un gorrillo legionario y una boina azul.

El cornetín tocó “firmes”, y mientras se entonaba “El Novio de la Muerte”, los dos ataúdes, cubiertos también con las banderas de España y de las Naciones Unidas, llevados a hombro por paracaidistas y escoltados por legionarios, hicieron su entrada, a paso lento, en la explanada. Eran muy pocos los que, en aquel momento, podían contener el llanto.

Una vez que hubieron ocupado su lugar, el Páter ofició un responso y al finalizar un comandante de la BRIPAC, el mando de mayor graduación de esa unidad en Bosnia, procedió a recitar la “Oración Paracaidista”:

Señor Dios y Jefe nuestro:

Ante el puesto difícil que elegimos voluntariamente, venimos a Ti.
Porque, queremos ser el mejor soldado de la Patria.
Porque tenemos sentido del riesgo, cara a la muerte.
Porque nos sacude el alma, ante un abismo abierto, con su ingrata incertidumbre.
Te pedimos Señor:
Luz para proyectarla sobre el auténtico valor de la vida, cuando se gane o se pierda en aras del deber.
Serenidad que sujete nuestros ánimos ante el vértigo del instinto y del mundo.
Optimismo espiritual para conseguir que sean nuestros el Valor, Amor al sacrificio, Dureza, Fortaleza, Generosidad y auténtico Compañerismo.
Y esperanza en que Tú, Dios Padre, Creador de todas las cosas, estés en el aire y en el suelo, para abrazarnos, curar la herida o recoger nuestra alma.
Así sea”.

Cuando terminó, exclamó, aunando todas las voces como una sola: “Caballeros Legionarios Paracaidistas: Sobre nosotros… ¡DIOS! Con nosotros… ¡LA VICTORIA! En nosotros… ¡EL HONOR! Triunfar… ¡O MORIR! Caídos paracaidistas… ¡CON NOSOTROS!”.

Tras esto, las fuerzas en formación abandonaron la explanada a paso ligero para finalizar el acto con el desfile. En esta ocasión, el “Vista a la derecha” con el que se saluda a la autoridad que preside el acto no fue para el Coronel Jefe de la Agrupación “Canarias, sino para los cuerpos de los dos fallecidos que volvían a estar a hombros de sus compañeros y escoltados por dos escuadras de legionarios”.

Pasadas las nueve de la noche llegaba a la base de Torrejón de Ardoz un avión CN-235 del Ejército del Aire con los cadáveres de los soldados Aguilar y Maté. Los féretros, esperados por los familiares de las víctimas, fueron trasladados a la sede de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares, donde había sido instalada la capilla ardiente. Las autoridades españolas intentaron repatriar también el cadáver de Piñeiro en el mismo vuelo, pero el hecho de que la jornada fuera festiva en BiH dificultó los trámites burocráticos. Al día siguiente se celebraba un funeral por las víctimas en la base de la BRIPAC, donde estaban destinados los cuatro fallecidos. El sargento Ernesto Terry Andrés, aún en silla de ruedas (una mina le había destrozado un pie el 14 de Mayo), acudió al funeral celebrado en las instalaciones alcalaínas de la BRIPAC, en memoria del sargento Delgado y del soldado Piñeiro: "A veces, es mucho sacrificio para el poco beneficio que se está sacando". Terry recordaba cómo conoció a Delgado en la División Acorazada y cómo, juntos, fueron a la Brigada Paracaidista y, desde allí, a Bosnia-Herzegovina. "Yo me vine antes y él se ha venido después", decía ante el féretro de su amigo y compañero.

A dicho funeral también asistieron la viuda del suboficial -María del Carmen Gómez, embarazada de siete meses- y los padres del CLP. El Ministro de Defensa no pudo estar presente en la ceremonia a causa de una reunión del Consejo de Ministros (eso sí, García Vargas había visitado la capilla ardiente de Piñeiro y del Sargento Delgado el día anterior). Los militares, como alguien comentó, tenemos demasiada experiencia en rendir honores a los muertos”. Años después, el Concello de Ourense impondría el nombre de Isaac Piñeiro Varela a una calle. Sobre una roca tallada y colocada en un jardín de la plaza Alfonso Alcaraz se podía leer: “Isaac Piñeiro Varela. Casco Azul. Dio su vida por la paz. Bosnia 19-6-1993. A.S.V. Hermosa Excma. Diputación”. Por otra parte, el uniforme del malogrado Sargento Delgado se conserva en el museo de la BRIPAC.

"Para mí es un orgullo que mi hermano haya muerto así; si pudiera, yo también querría ser militar... Y ya quisiera yo un entierro como el suyo" (María del Carmen Piñeiro Varela, hermana del CLP. Isaac Piñeiro).

Unos nos dijeron que perdieron el control porque iban muy rápido. Otros, que pisaron una mina. También hubo otra versión más: Que hubo un fuego cruzado y que reventó una de las ruedas de la tanqueta. Cuando suele ocurrir una cosa de éstas siempre se dice que fue un accidente pero, a ciencia cierta, no se sabe qué pasó”, manifestaba su hermano Rubén. “Mi hermano llevaba el Ejército en la sangre. Se alistó y se fue para Bosnia sin comentarlo con la familia. Cuando nos enteramos, ya estaba allí” (Sabela Corbelle: “La Trinchera Lucense en Bosnia” “El Progreso de Lugo”, 7 de Noviembre de 2010).

El Miércoles 23, el del sargento Delgado. El sargento Julio Romero de Benito cruzaba tres frentes de guerra en Herzegovina al mando de su blindado para transportar hasta Dracevo el cuerpo de su amigo. Hizo aquella triste labor de acercar a España el cadáver de su compañero con la rutina de quien había subido y bajado decenas de veces el valle de este río. A su padre, un capitán de navío gaditano, le sentó como un tiro la ocurrencia de ingresar en la Legión... Ahora pensaba que estaría orgulloso de él.

A la mañana siguiente, el VCZ era recogido y trasladado a España. “Lo que nadie supo, y ni tan siquiera la prensa se dignó a decir, fue que el accidente del Neretva no fue tan accidente en cierto modo: Cuando sacaron del agua el blindado de zapadores resultó que en el cristal delantero del vehículo llevaba dos disparos y otro más en el lateral (lo que tampoco nunca se supo fue si fueron realizados directamente contra el blindado o simplemente se trataba de disparos fortuitos producidos por los dos bandos...). La cuestión es que este hecho pudo producir el que el conductor se saliera de la calzada” (comentarios del Cte. MAF al autor. Medjugorje, Abril de 1998).

El día 26 se efectuaba el relevo de la II Sección de Zapadores por la Sección de Apoyo.

"Ya no os necesitamos, estorbáis", era la moraleja que tanto croatas como bosniacos sacaban en claro del Neretva. Los legionarios se esforzaban por mantener la calma, pero ya era demasiado. "Ya casi todos los días pasa algo, algunos muchachos se hacen sangre en la lengua de tanto mordérsela ante tanta provocación que no nos dejan responder".

Entierro Maté
"Todas las medidas humanamente posibles han sido tomadas", reconocía el general Muñoz Grandes tomando un café, después de presidir la ceremonia de despedida del Sargento. Dos días antes, otro jefe de VEC estuvo a punto de ser decapitado por un cable de acero tensado a la altura de su cuello a través de la carretera, con inequívocas intenciones. Muñoz Grandes reconocía que de seguir la situación así, pronto sería insostenible, haciéndose necesario el repliegue. Pero los soldados españoles no se querían ir. Ninguno se arrepentía de haber acudido a la misión ("¿Por qué he venido? Por el pequeño complejo que tenemos los militares de justificarnos, porque pidieron voluntarios y yo tengo la obligación moral de serlo. Esto vale la pena, hemos hecho bien en venir" -Julio Salom Herrero, Capitán de la Legión-) y, sobre todo, el recuerdo de sus compañeros caídos no autorizaba moralmente a nadie a abandonar.

Cuando los cadáveres llegaron a España, el general Muñoz Grandes, que acompañaba a los dos últimos, se encontró con la madre de uno de los zapadores fallecidos. Con amargura le preguntó al general: "¿MI HIJO SE HA PORTADO BIEN EN BOSNIA?"[9].


NO CLAUDIQUES (Rudyard Kipling)

Si en la lid el destino te derriba.
Si todo en tu camino es cuesta arriba.
Si tu sonrisa es ansia insatisfecha.
Si hay faena excesiva y vil cosecha.
Si a tu caudal se contraponen diques,
date una tregua, pero no claudiques.





[1] Z-00, con la siguiente tripulación: CLP.´s Óscar Alfonso Selva (conductor), Santiago Amorós Fernández (tirador), Juan Antonio Guerra Portillo y el Cabo Viñez. Detrás iba el Z-13 del Cabo 1º Ángel Herrera Gálvez (III BPAC.) y de tripulación: CLP 1ª Juan Jiménez Berenguer (conductor) y los CLP.´s Juan Gutiérrez Simino (tirador), Alejando Martín Oliva y el Cabo Luján.
[2] Teniente José Luis Aguado Álvarez, Cabo 1º Higinio Méndez Palomero, CLP. 1ª José López Martínez, CLP. 1ª Emilio Roiz Montoya, CLP. 1ª Julián Carmona Marín, CLP. Juan Gelabert Quetglas, CLP. José Justo Cano, CLP. Óscar Romero Ossa, CLP. Juan Muñoz Arabi y CLP. Santiago García García.
[3] En vacante paracaidista, con el compromiso adquirido de Curso.
[4] Cursos de Paracaidismo 605 (Maté), 609 (Castresana) y 611 (Aguilar y Piñeiro).
[5] Perteneciente al II BPAC, 7ª Compañía, agregado a Zapadores.
[6] Aunque hay descripciones que aseguran que Castresana, aturdido por el choque, esperó con sangre fría hasta que se inundó su habitáculo para salir nadando (Cte. José Luis Aguado Álvarez: “19 de Junio de 1993: Zapadores en el Neretva”. Revista “Boina Negra”, No 274, Mayo-Junio de 2013 (página 60).
[7] Quien intentó infructuosamente salvar a Aguilar, buceando repetidas veces en su busca.
[8] Estaba encargado de la formación del convoy, coordinación de los medios de rescate, empleo de la Sección de Protección, Servicio Sanitario, enlace con la superioridad, identificación inicial de cadáveres y su posterior evacuación…
[9] En el lugar del accidente se erigió un monumento en honor de los fallecidos, donde se les rendía homenaje en cada aniversario de la tragedia. Al final de la misión española en Bosnia-Herzegovina, la lápida fue repatriada y en la actualidad se encuentra ubicada en un monolito erigido en la Base Príncipe de la BRIPAC.

1 comentario:

  1. Mi más profundo respeto por vuestra entrega personal a tal misión humanitaria, mientras en España muchos de nosotros no nos enterábamos del "Nodo"..he tenido que venir a Mostar para despertar mi curiosidad por vuestra participación en esta misión y después de ver la placa de fallecidos en la Plaza de España no he podido evitar emocionarme y buscar que ha ha pasado detrás de esa placa ... gracias por este blog y este artículo Firmado un español Fernando

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