jueves, 11 de julio de 2013

EADA: ASEGURANDO LA ZONA…




Si no cuesta, no es interesante… No merece la pena”, aseguraba D. Martínez, antiguo componente del EADA, añadiendo “Yo siempre pienso, cuando hay dificultades, que entré en el EADA, que fui a Afganistán, que podré con lo que se me ponga por delante”.

Hoy traemos al Foro al Escuadrón de Apoyo Aéreo, “OBVIAM PRIMUS” –tal y como afirma su lema-, a través un artículo publicado por Elena Tarilonte en el último número de la “Revista Española de Defensa”: El EADA es una de las unidades más operativas del Ejército del Aire, y posiblemente la más versátil. Su misión es apoyar en la defensa, despliegue y mantenimiento de las condiciones de operación de las Unidades Aéreas. Sus capacidades principales son la protección de la fuerza y el apoyo al despliegue de las Unidades Aéreas. En ambas áreas es la unidad de referencia en el Ejército del Aire. Sin duda alguna, se trata de una unidad singular, no sólo por su misión, sino también por el carácter paracaidista de su personal (118 cuadros de mando y 367 Militares Profesionales de Tropa) y por la peculiaridad del material con que cuenta.

Pero, no hagamos esperar más a Elena…:

Elena Tarilonte: LOS PRIMEROS EN LLEGAR” (“Revista Española de Defensa”, No 297 Julio/Agosto de 2.013. Páginas 42 a 45).

Antes de que una agrupación aérea táctica expedicionaria llegue a zona de operaciones, antes incluso de que despliegue el personal de protección de la fuerza, los Equipos de Control de Combate (CCT) del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) del Ejército del Aire ya están allí. Son los primeros en llegar, los encargados de localizar, identificar y señalizar las zonas de lanzamiento y aterrizaje que necesita el resto de la fuerza para desplegarse. En un tiempo record establecen un aeropuerto donde antes no había más que tierra, balizan el principio y final de la pista según las normas establecidas y señalan la zona de aterrizaje más recomendable  para cada aparato.

Pero su trabajo no acaba ahí. Los miembros de los CCT también se encargan de controlar el tráfico aéreo y facilitar a las aeronaves su aproximación a pista. Para ello comunican a las tripulaciones, entre otros, los datos meteorológicos más significativos de la zona (visibilidad horizontal y vertical, techo de nubes, viento en superficie, en altura, etcétera), las medidas de la pista y, si fueran necesarias, instalan ayudas a la navegación.

Son, a todos los efectos, como los controladores de cualquier torre de un aeropuerto pero con la capacidad de insertarse mediante lanzamientos paracaidistas detrás de las líneas enemigas. De hecho es así como generalmente comienza un despliegue: “Lo ideal es que realicen el salto lejos de la zona de operaciones, a alta cota, en lanzamiento manual con oxígeno (HALO/HAHO) y en condiciones de baja visibilidad o nocturno”, explica el capitán David Ureta. El punto de caída no suele coincidir con la zona del objetivo a la que los integrantes del CCT se aproximan por tierra. Lo hacen cargados con el material necesario para protegerse y ser autosuficientes durante 48 horas. “El peso del equipo es fundamental. Tenemos que llevar todo lo necesario y, al mismo tiempo, que pese lo menos posible. Unos pocos gramos llegan a ser fundamentales”, puntualiza el jefe del CCT, sargento Ricardo Martín. Protegidos con chalecos balísticos, portan una ametralladora ligera, fusiles HG36 —con el cañón más corto para evitar que se enganche con el paracaídas durante el lanzamiento—, lanzagranadas, pistolas VSP, brújulas, visores, dos emisoras de transmisiones y una estación meteorológica, entre otro material. Además, llevan por duplicado el equipo necesario para señalizar las pistas de aterrizaje. La composición de los CCT varía en virtud de la misión encomendada con un máximo de 16 personas y un mínimo de dos, en cuyo caso, ambos serían controladores aéreos titulados y, por tanto, los responsables de realizar las comunicaciones tierra-aire con las aeronaves que se aproximan a la zona de operaciones.

Los aspirantes a controladores de combate deben superar unas pruebas muy exigentes tanto físicas como de orientación y progresión paracaidista. Y, posteriormente, realizar un curso de tres meses y medio de duración en el Grupo de Escuelas de Matacán (Salamanca), donde los alumnos reciben instrucción, tanto teórica como práctica, sobre los procedimientos de control, y en la Escuela Militar de Paracaidismo donde se familiarizan con los distintos métodos de inserción (paracaidista en apertura manual y automática, fast-rope, hellicasting, etcétera) y los procedimientos de trabajo específicos de los CCT en las zonas de lanzamiento y aterrizaje.

Desde el año 2.005, un equipo se encuentra permanentemente desplegado en Afganistán en apoyo a las operaciones aerotácticas que se realizan en la Landing Zone de Qala-i-Naw.

La inserción paracaidista es la menos peligrosa para el avión que nos transporta”. El sargento Ricardo Martín Franco es el responsable de coordinar, supervisar y dirigir a su equipo de Controladores de Combate. “Y cuando estamos operando, el que habla directamente con los aviones para guiarlos”, puntualiza. Si en un aeropuerto con todos los medios técnicos es la torre de control la que proporciona esta información, él lo hace desde lugares donde, muchas veces, no hay nada. “En Afganistán, hemos llegado a utilizar calles desiertas como pista de aterrizaje. Tenemos que estar preparados para afrontar cualquier situación”.

Burgalés, de salas de los infantes, el sargento Martín lleva 4.000 controles de combate certificados en Afganistán. Llegó al EADA hace 18 años, pero no siempre estuvo destinado allí: Pasó por Murcia, León y Madrid y de vuelta a Zaragoza, al Escuadrón, porque se sentía con fuerzas y ganas de participar en misiones de alta responsabilidad. “Nosotros proporcionamos al mando la posibilidad de inserción del resto de la fuerza. De los aviones que llegan a las pistas que hemos preparado se bajan todos los que participan en una misión, desde mecánicos, hasta veterinarios o boinas verdes”.
 
Esta especialidad exige una dedicación completa y exhaustiva. No podemos esperar a que el mando nos encomiende una misión para empezar a entrenar”. El adiestramiento es, para el cabo primero Rafael Cantero Luque, la clave del éxito en su trabajo: “Y no me refiero sólo a ejercitar el físico sino a practicar con los medios técnicos y convertirnos en expertos en supervivencia, camuflaje e infiltración…”, puntualiza. Porque como él mismo explica, los CCT no son una unidad de combate propiamente dicha sino “una unidad que se infiltra, prepara una zona y tiene que ser invisible a los ojos del enemigo”. De los 20 años que lleva en las Fuerzas armadas, el cabo primero ha pasado diez en la Academia General del Aire, donde era escolta de autoridades en la Sección de Intervención Inmediata, y otros diez en el EADA —tres de ellos en los CCT—. “No soy una persona a la que le guste estar en una oficina. Este destino me ofrece una vida laboral muy activa, acorde con mis esperanzas”, señala. Ha estado desplegado en Afganistán siete veces, en Chad y ha participado en una evacuación de personal no combatiente en El Líbano. “En nuestra cabeza no cabe el error…”.

Cabos David José del Riego y Javier Morales y soldado Daniel González, ayudantes del CCT: Para estos tres ayudantes de equipo de controladores aéreos, el EADA ha sido su único destino desde que ingresaron en las Fuerzas armadas. También a los tres les une su pasión por el paracaidismo y aseguran que ser los primeros en llegar a la zona de operaciones, más que una responsabilidad, es una satisfacción. Son los encargados de balizar y señalizar las pistas, protegerlas y proporcionar al controlador los datos que faciliten la entrada de aviones y la toma de paracaidistas.

Como dice su jefe, “ellos lo hacen todo para que yo sólo tenga que hablar con la aeronave”. El cabo David José Del Riego lleva diez años en el ejército del aire y cuatro en los CCT. Ingresar no fue difícil: “Me pedían estar en buena forma física, no tener lesiones, ningún defecto visual y poco más”, explica. Pero rápidamente se dio cuenta de que lo duro llegaba después. “Una vez dentro de la sección, la preparación es muy intensa”. En algunas misiones, su posición está en cabecera de pista. “Entonces llevo una ametralladora con más potencia de fuego que la del resto del equipo, porque tengo que darles cobertura”. En esa posición también lleva, entre otro material, un anemómetro, “para obtener los datos sobre el viento en esa zona”.

El cabo Javier Morales, por su parte, llegó al EADA siguiendo los pasos de su hermano. Fue hace nueve años y en los últimos cinco, forma parte de los CCT. En este tiempo ha hecho el curso de lanzamiento paracaidista en manual y el de jefe de salto: “Aquí siempre hay algo que aprender”, señala, porque su trabajo abarca muchas disciplinas. Además de ser buenos paracaidistas, deben avanzar sin ser descubiertos desde el punto de caída hasta la zona de operaciones, observar el área donde van a construir una pista de aterrizaje, montarla, protegerla y seguir recopilando los datos que, en un momento dado, pueda solicitarle el controlador para facilitárselos a las aeronaves. El más nuevo en este equipo es el soldado Daniel González que ingresó en las Fuerzas armadas, en 2.009, porque su trabajo como mecánico le resultaba “monótono”. En su caso, como en el de su compañero, también tuvo mucho que ver el tener un hermano militar. Es consciente de que para cumplir con su trabajo es necesario mantener un duro adiestramiento diario: “Tan importante es estar en buena forma física como estudiar. Recibimos conocimientos de topografía, endurecimiento de terrenos, armamento, control de equipos, etcétera”, explica. Y, por supuesto, ser un buen paracaidista: “Es lo más difícil, pero también lo más bonito”, concluye.

Y tras este artículo, hagamos un poco de historia:

El 12 de Enero de 1.994 se creaba la Escuadrilla de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) a partir de la existente Escuadrilla de Apoyo al Transporte Aéreo Militar (EATAM).

El 16 de Junio de 2.000 se modificaba su organización, estableciéndose el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo y manteniendo la misma denominación como EADA.

La misión fundamental del nuevo Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo es la de proporcionar la defensa, despliegue y mantenimiento de las condiciones de operación (STO/FP) de las unidades aéreas y, en su caso, de las Unidades de Fuerzas Aéreas asignadas a las Fuerzas de Reacción de la OTAN.

El EADA se articula en 4 Escuadrillas:
Œ Escuadrilla de Defensa y Recuperación de la Capacidad Operativa.
 Escuadrilla SHORAD (Defensa Aérea de Corto Alcance).
Ž Escuadrilla de Apoyo al Transporte Aéreo Militar.
 Escuadrilla de Apoyo General.

Para implementar los siguientes cometidos:
 Defensa activa mediante: defensa aérea basada en superficie de corto alcance (GBAD/SHORAD[1]), seguridad y defensa terrestre, incluidas las tareas de policía militar.
Defensa pasiva mediante protección NBQ y el desarrollo y entrenamiento del concepto Sobrevivir-para-operar (STO) en el Ejército del Aire.
ƒ Apoyo al transporte aéreo militar por medio de terminales móviles (SATAs), dedicadas a facilitar el despliegue y activación de las unidades de fuerzas aéreas, así como por medio de los equipos CCT necesarios para controlar las operaciones de transporte aéreo táctico.
Despliegue y asentamiento de la Unidad Médica del Aire de Apoyo al Despliegue (UMAAD).
Despliegue y asentamiento de las diferentes unidades modulares que conforman la infraestructura propia de las unidades de fuerzas aéreas y permiten su operación en bases no preparadas.

Además de los ejercicios de instrucción específicos y colaboraciones con otras Unidades, el EADA participa de manera activa en la práctica totalidad de ejercicios de defensa aérea del Ejército del Aire a nivel nacional, así como en ejercicios conjuntos con el Ejército de Tierra y la Armada. Asimismo, es conveniente reseñar la participación del EADA en ejercicios internacionales tales como el “Coalition Flag” en Nellis (Estados Unidos) o el “Cope Thunder” en Alaska.


Desde sus comienzos el EADA ha participado en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz en los que ha estado implicado el Ejército del Aire, siendo felicitados en numerosas ocasiones por su dedicación y eficacia. Entre estas operaciones cabe destacar:

I.- Destacamento Ícaro en la Base Aérea de Aviano (Italia, 1.994-2.002), proporcionando seguridad, apoyo al transporte e instalaciones a las unidades aéreas allí desplegadas para operar en el teatro de operaciones de Balcanes.

II.- Protección de aeronaves en la evacuación de civiles en Zaire (1.996).

III.- Operación “Libertad Duradera”, proporcionando apoyo y protección al despliegue del hospital de campaña (UMAAD) en Bagram (Afganistán, 2.002).

IV.- Protección y escolta de aeronaves en el destacamento Géminis en la Base Aérea de Manas (Kirgyzstan, 2.002).

V.- Destacamento Altaír en la Base Aérea de Ali-al-Salem (Kuwait, 2.003-2.004), proporcionando protección y escolta a las aeronaves allí desplegadas en sus vuelos de apoyo a las fuerzas españolas desplegadas en Irak.

VI.- Como parte del contingente de KFOR desplegado en Kosovo, el 13 de Febrero de 2.003 se realizaba el despliegue de un destacamento del EADA en el aeropuerto de Prishtinë, para constituir una célula de movimientos, que incluiría un centro de recepción de personal y cargas. Bajo el mando de un Oficial del EADA, se integraría también personal de Noruega, Grecia y Portugal, para conformar el grupo que se haría cargo del aeropuerto, relevando al contingente italiano que durante dos años y medio estuvo realizando esta misión (este Destacamento se desactivaría el 1 de Julio de 2.004).

VII.- Destacamento Sirius en la Base Aérea de Pekambaru (Indonesia, 2.005) dentro de la operación Abrazo Solidario de apoyo a los damnificados por el tsunami que afectó al sudeste asiático.

VIII.- El 24 de Enero de 2.002 personal del EADA partía de la Base Aérea de Zaragoza hacia Kabul, para formar parte del contingente español en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF). El personal del EADA, al mando del Capitán Casildo Martínez Vázquez, se integró en la estructura multinacional junto a británicos y noruegos para desarrollar cometidos de carga, descarga y apoyo en tierra a todo tipo de aeronaves en el aeropuerto de Kabul, liderando la terminal de pasajeros y carga y en el Aeropuerto de Mazar-i-Sharif (2.004) proporcionando los servicios de terminal y control aéreo en el mismo.

IX.- Misión de Policía Aérea en Siauliai (Lithuania). Desde el 24 de Julio de 2.006 hasta el 4 de Diciembre de 2.006.

Actualmente el EADA mantiene destacamentos en la FSB de Herat (Afganistán), en misiones de seguridad y de terminal aérea, en Quala-i-Now (Afganistán), proporcionando control aéreo y servicio de terminal y en la Base Aérea de Manás (Kirgyzstan), como escolta y protección de aeronaves. Todos estos destacamentos se encuentran englobados dentro de la operación ISAF de la OTAN.

Destacar que el EADA[2] es la única Unidad de la OTAN que viene operando ininterrumpidamente en el teatro de operaciones de Afganistán desde el inicio de las operaciones en dicho país desde enero de 2002.






En conclusión, el EADA es una unidad puntera en el Ejército del Aire, que resulta imprescindible en el marco de las operaciones que dicho ejército lleva a cabo. Ha destacado en multitud de campos y su buen hacer ha sido reconocido en todo el ámbito de la OTAN. Quien luce en su boina el águila del EADA puede sentirse orgulloso de su destino.



[1] Para este último cometido, asignado en exclusividad al EADA, contamos con dos sistemas de armas únicos en dicho Ejército: el sistema Spada 2.000 y el Atlas dotado con misiles Mistral.
[2] El SEGUNDO ESCUADRÓN DE DESPLIEGUE AÉREO (SEADA) se creaba por Resolución del JEMA número 700/08686/2.007, de 23 de Mayo (BOD número 113 de 11 de Junio de 2.007). Aun cuando se prevé la ubicación definitiva del SEADA) en la Base Aérea de Morón, actualmente el núcleo de constitución de la Unidad se encuentra en el Acuartelamiento Aéreo de Tablada, en Sevilla, al que con fecha 5 de Noviembre de 2.007 se incorporaban los once primeros componentes del Escuadrón.
El día 4 de Enero de 2.008 el Escuadrón recibía sus primeros equipos de apoyo en tierra (AGE-Air Ground Equipment) de dotación. Desde entonces se han recibido diversos vehículos, materiales y equipos según lo previsto en el Plan de Implantación.
Entre el 24 de Marzo y el 16 de Mayo de 2.008, un contingente del núcleo de constitución se desplazaba a la Base Aérea de Zaragoza al objeto de realizar el Plan de Instrucción número 1 del EADA.
Durante el verano de 2.008, y en rotación con otras Unidades del Ejército del Aire, el SEADA participaba por vez primera en una operación real, en concreto en la denominada "Centinela Aragonés" (vigilancia de infraestructuras ferroviarias con motivo de la Exposición Internacional de Zaragoza).
Durante el año 2.009, personal de este Escuadrón formó parte, en los distintos contingentes, de la misión de la Unión Europea en el Chad. Así mismo, durante el último trimestre del año 2.009 y primer trimestre del año 2.010, personal del SEADA, formó parte del contingente español desplegado en el Aeropuerto Internacional de Kabul (KAIA), haciendo funciones de reconocimiento y detección de explosivos (EOR-Explosive Ordnance Reconnaissance), escolta de autoridades y Mando y control de la protección de la fuerza.
Durante el año 2.011, personal de este Escuadrón, formaría parte de diversos contingentes que el Ejército del Aire tiene desplegados en varios países; lidera la Terminal Aérea Combinada de Operaciones (CATO) de la Base de Apoyo Avanzado de Herat (Afganistan), es el encargado de la escolta de seguridad del destacamento Alcor (T-21) en la FSB de Herat (Afganistán), además, esta Unidad es la encargada del apoyo en tierra y la seguridad, del contingente español en la operación Atalanta (avión P-3).
Su lema: "Nullis Secundus", "SEGUNDOS EN NADA”.

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