domingo, 21 de julio de 2013

AFGANISTÁN: Cuando la Cooperación es posible (los PRT)


Para aquellos que no estén familiarizados con el concepto de equipo provincial de reconstrucción (Provincial Reconstruction Team, PRT), hay que señalar que son equipos compuestos de elementos civiles y militares capaces de actuar en zonas inestables para asegurarlas con su componente militar y reconstruirlas con sus instrumentos de diplomacia y desarrollo. Su objetivo último es el de estabilizar la zona de actuación combinando todos sus elementos parciales, por lo que un PRT no debe confundirse con una organización que sólo se dedique al desarrollo ni con una unidad que sólo se dedique al combate. Este ARI describe las actividades de los soldados españoles en la provincia de Badghis, en cuya capital Qala e Naw se encuentra el PRT español, del cual he tenido la oportunidad de ser su jefe.
El estudio presenta una visión desde dentro de las operaciones de estabilización que se desarrollan en la zona, las actividades de reconstrucción y de seguridad, los problemas que plantean la falta de infraestructura, la orografía y la escasa capacidad de las fuerzas militares y policiales afganas. También se describen las condiciones de trabajo y vida de los soldados del PRT. Finalmente, se formulan algunas recomendaciones derivadas de las lecciones aprendidas sobre el terreno.

Análisis:

La misión de las fuerzas internacionales que participan en la misión de Naciones Unidas liderada por la OTAN (International Security Assistance Force, ISAF) es la de conducir operaciones militares para apoyar al Gobierno afgano en el establecimiento y mantenimiento de un entorno estable y seguro, en apoyo a las fuerzas y cuerpos de seguridad afganos, a fin de extender la autoridad e influencia del Gobierno de Afganistán facilitando de ese modo la reconstrucción y la estabilidad del país. ISAF despliega alrededor de 24 PRT –uno por provincia– para apoyar los programas de reconstrucción en sus zonas. Estos PRT están constituidos por personal civil y militar con experiencia en cooperación civil-militar (cimic) o formados en la Academia de Oberammergau de la OTAN en Alemania. Precisamente, y a lo largo de los últimos cursos, los profesores de esa Academia utilizan el caso-estudio del PRT de Qala e Naw para mostrar cómo se puede generar confianza entre un destacamento y la población de su entorno.
El PRT de Qala e Naw cuenta con los elementos habituales en una Plana Mayor (planeamiento y gestión de operaciones, logística e inteligencia), con una Compañía de Protección y Seguridad, con unidades de apoyo logístico y de inteligencia, con expertos en desactivación de artefactos explosivos y munición (Improvised Explosive Devices, IED, y Unexploded Ordnance, UXO), con equipos de control aerotáctico para guiar el apoyo aéreo y con equipos de operaciones especiales y transmisiones. Esta estructura militar se coordina con el personal civil dedicado a la reconstrucción y con el personal local contratado para prestar apoyos al PRT.

El trabajo del PRT no se puede entender sin mencionar el de su componente civil dedicado a trabajos de reconstrucción a medio y largo plazo. En mayo de 2005 España inició el despliegue en la provincia de Badghis y el personal de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) pudo comenzar a identificar sus primeros trabajos en octubre de dicho año. Desde entonces, los trabajos de reconstrucción en la zona a cargo del componente civil español, no se han detenido. En el período analizado, el personal civil se componía de una docena de trabajadores del Grupo Tragsa, que en íntima colaboración con personal AECI llevaban a cabo cuatro grandes proyectos de reconstrucción: la carretera a Herat, el hospital provincial, las redes de agua potable y de saneamiento de la capital y el aeródromo. El plan de acción de la AECI prevé otras mejoras en las vías de comunicación: enlace con la carretera principal (ring road), construcción de minipresas para regadío, construcción de edificios modulares en las poblaciones rurales para ser escuelas y centros de salud, y cobertura de radio FM para las principales ciudades de la provincia de forma que puedan llegar a la población las noticias, la educación sanitaria y la difusión de las acciones del Gobierno junto a sus tareas de entretenimiento. La tarea de mayor urgencia era la de enlazar Qala e Naw con la ring road, de forma que la provincia se comunicara con el resto del país. El hospital provincial era la forma preferible y más rápida de mejorar los estándares de salud y se espera que el centro pueda llegar a convertirse en el más destacado del país tanto por sus instalaciones –que se están realizando– como por su gestión –cuando personal sanitario español se encargue de formar a los médicos y enfermeras afganas–. Cuando se acaben las obras a finales de 2007, Qala e Naw será la única ciudad afgana que cuente con una infraestructura con redes de agua potable y saneamiento y está previsto que disponga de una línea eléctrica procedente del vecino país de Turkmenistán. Por su parte, el aeródromo ya cuenta con una pista de 2.040 metros que mejorará las capacidades de asistencia y desarrollo de la provincia.

Por su parte, el componente militar del PRT cuenta con equipos cimic para satisfacer las necesidades urgentes de la población civil mediante proyectos de impacto rápido. Se trata de actividades de pequeño presupuesto, de entre 100 y 15.000 euros, y de inmediata ejecución. La entrega de las ayudas se efectúa de forma directa por nuestros equipos cimic, pero sus miembros deben reunirse con las autoridades locales en las Jefaturas Provinciales, con los miembros de la Shura, o se desplazan acompañando a la fuerza en sus “nomadeos” para conocer las necesidades urgentes de la población y seleccionar los proyectos conjuntamente. Entre otros proyectos, cabe citar los de construcción y reparación de pozos, entrega de alimentos a viudas, entrega de ayuda humanitaria por inundaciones, entrega de grupos electrógenos o la entrega de material escolar a colegios. Todos estos proyectos estrechan las relaciones entre el contingente español y la población civil en la que operan, mejorando la seguridad de nuestras fuerzas. Tanto por el objetivo humanitario que persiguen como por la contratación de mano de obra local para ejecutar los proyectos y las compras en las zonas de despliegue, los proyectos cimic representan un instrumento de acción muy eficaz en manos del PRT. No obstante, estos proyectos se desarrollan con mayor dificultad en las zonas alejadas de la capital, que no cuentan con la seguridad necesaria, y su impacto podría multiplicarse si las organizaciones humanitarias en la zona no fueran tan renuentes a colaborar con las fuerzas armadas desplegadas debido al desinterés o al rechazo que su personal muestra hacia todo lo relacionado con las fuerzas militares.

Otra dificultad es la de desarrollar proyectos sin entrometerse en las costumbres, el pensamiento religioso y las tradiciones de la población, cautelas que siempre han caracterizado la intervención de los soldados españoles que participamos en las operaciones internacionales. Esto complica la ejecución de proyectos dirigidos a promocionar, por ejemplo, el estatus de las mujeres en un país donde no gozan de prácticamente ningún derecho ni libertad que las permita sumar sus esfuerzos al desarrollo y reconstrucción de su país. A veces, ha bastado que el personal femenino del PRT compartiera conversación y merienda con las mujeres de las casas taller para constatar la necesidad y el agradecimiento por las atenciones dispensadas. La buena comunicación con la población civil facilita además el reclutamiento de intérpretes, sin cuya contribución sería imposible cualquier misión del contingente civil o militar. Su número nunca es suficiente, pero gracias al acuerdo alcanzado con la Universidad de Kabul, los alumnos que estudian español en la misma son becados para trabajar con las unidades españolas allí desplegadas, resolviendo el problema a través de contratos temporales de cuatro meses.

La situación vista desde el PRT.

Badghis tiene una extensión ligeramente menor que Galicia y una población que ronda las 500.000 personas. Las condiciones socioculturales son muy deprimidas: el índice de alfabetización es muy bajo, sobre todo en las mujeres; es la segunda provincia más pobre de un país, que ocupa el cuarto puesto por la cola en los índices de pobreza; y su índice de mortalidad infantil alcanza la cifra del 16% para menores de cinco años. La provincia cuenta con siete distritos, de los cuales los dos situados al norte –Bala Morghab y Gormach– son de mayoría pastún (94%) y simpatizantes en un elevado número de los talibán. El resto de los distritos cuentan con mayoría tayica (65%) y en general no ven con malos ojos la presencia española en su zona. La justicia se imparte bajo la autoridad de los consejos tribales, lo cual dificulta enormemente implantar un sistema judicial con jueces de fuera, de los que, además, se desconfía debido a la inmensa corrupción existente en el país.

El terreno es muy duro para cualquier tipo de operación, ya sea civil o militar, porque no hay ni un solo kilómetro de carretera asfaltada, lo que dificulta enormemente los desplazamientos y hace muy difícil que el Gobierno pueda reaccionar en tiempo oportuno ante cualquier incidente. Profundos barrancos, extensas zonas sin caminos con vialidad para vehículos, grandes cursos de agua sin posibilidad de vadeo en bastantes kilómetros y otros obstáculos, crean un ambiente extremadamente restrictivo para las operaciones. Valgan como ejemplos las 54 horas empleadas por un convoy para desplazarse los 109 kilómetros entre Qala e Naw y Bala Morghab, debido al barro formado en las vías de comunicación por la lluvia, o los cinco días que ha llegado a estar cortado el acceso a Gormach por la misma razón. Las dificultades orográficas hacen que tanto los vehículos de alta movilidad táctica (Vamtac) como el resto de los vehículos de dotación encuentren muchas zonas con acceso no permitido. Además, la necesidad de evitar el sobrepeso obliga a calcular minuciosamente los equipos a bordo para evitar averías a unos vehículos ya de por sí muy castigados por el estado de las vías de comunicación. Durante el invierno las capacidades de apoyo con helicópteros son muy limitadas debido a la orografía del terreno y a que la meteorología impide la llegada de los mismos hasta el aeródromo, por lo que se considera necesario contar con un sistema de repostaje de las aeronaves, así como ayudas a la navegación, que permitan asegurar el sostenimiento y la capacidad de evacuación sanitaria en cualquier punto de la provincia. Estas dificultades afectan también a las fuerzas afganas de seguridad impidiéndoles ó dificultándoles su presencia y acción en los distritos de mayoría pastún, que se encuentran –sin lluvia– a no menos de seis horas de distancia. Si se pudiera contar con una base auxiliar permanente en las inmediaciones de Bala Morghab se podrían potenciar las operaciones en los distritos del norte. Ello facilitaría la presencia y capacidad de reacción de nuestras fuerzas, su logística operacional y el descanso, sin olvidar el impulso que podría aplicarse a las obras de reconstrucción en dichos distritos, al contar con un punto de apoyo para la protección y el descanso de los trabajadores civiles, evitando hacer seis horas de ida y otras tantas de regreso diarias para efectuar los trabajos.

Desde el punto de vista de la seguridad, la situación en la provincia de Badghis era de calma excepto en los dos distritos pastunes del norte, donde los ataques contra los cuarteles de la policía se suceden con una periodicidad variable –causando bajas a la policía–, hecho por el cual en dichos distritos estas fuerzas permanecen a la espera en el interior de sus cuarteles sin prácticamente hacer servicio alguno ni imponer su autoridad. La inseguridad siempre ha estado más relacionada con el crimen y con las relaciones tribales violentas que con ataques de los talibán. De hecho, estos ataques crean mayor preocupación en amplios sectores de la sociedad afgana que entre las fuerzas del PRT. La ineficacia de las fuerzas de seguridad afganas, junto con las malas condiciones de las vías de comunicación, generan una difícil situación en términos de seguridad, que impide el control de la situación en amplias zonas. Las fuerzas policiales en la provincia de Badghis se reducen a unos 600 policías, de los cuales alrededor de 300 se encuentran destinados en el distrito de la capital y en el resto de distritos cuenta con alrededor de 40 a 50 policías. Son en general hombres valientes (ninguna mujer entre ellos) que por un salario inferior a 100 dólares acepta sin reservas y con mucha disciplina la autoridad de sus mandos, soportando las duras condiciones meteorológicas, amontonados sobre la trasera de un todo terreno pick up y enrollados en una manta durante horas hasta que algún incidente hace detener el convoy, momento en el que efectúan un rápido despliegue a la voz de sus mandos.

Está situación ha comenzado a cambiar positivamente con la intervención de los equipos estadounidenses de asistencia técnica (Operational Mentor Liaison Team, OMLT), que se alojan en la misma base que el PRT español y que se dedican a reorganizar y adiestrar las fuerzas policiales afganas. La capacidad policial autóctona ha ido mejorando progresivamente con la asistencia técnica y con la entrega de nuevos vehículos todo terreno, armamento y munición, equipos de transmisiones e infraestructuras, estando prevista la construcción de un acuartelamiento nuevo en Qala e Naw, ya que el actual no reúne las condiciones mínimas requeridas (una situación mejor que la del resto de comisarías de la provincia o puestos de control establecidos sobre casas de adobe sin servicios ni energía eléctrica). No obstante, todavía quedan problemas estructurales como la corrupción ya que, por ejemplo, la primera tarea del OMLT estadounidense fue la de identificar y filiar a todos los policías afganos de la provincia para conocer la fuerza existente y domiciliar sus nóminas en una cuenta bancaria, a fin de evitar que sus jefes se quedaran con parte de sus salarios.
En la provincia de Badghis no existían entonces fuerzas del Ejército Afgano, aunque se había solicitado su localización de forma permanente en varias ocasiones a las autoridades afganas para desplegarlos en los distritos de Bala Morghab y Gormach. Si el desarrollo es imprescindible para el éxito de la misión, también lo es la seguridad y ésta depende en última instancia de la autosuficiencia afgana, por lo que es necesario apoyar al Gobierno de Afganistán en la formación y despliegue de sus fuerzas armadas y de seguridad. España podría aportar su experiencia apadrinando la creación en la provincia de unidades militares afganas, lo cual ayudaría a incrementar la seguridad en la zona, evitando la necesidad de aumentar nuestro contingente. Esto podría hacerse desplazando equipos de asistencia OMLT para formar y entrenar unidades militares afganas tipo batallón (kandak), como están haciendo varios miembros de ISAF. También se podría crear ese tipo de unidades reclutando la tropa con personal de la zona que conoce mejor la orografía y que tiene lazos tribales con los residentes en el área. Una idea que ya fue aplicada por España en el norte de África, creando las unidades de Regulares Indígenas para combatir a las fuerzas irregulares que a principios del siglo XX atacaban a las unidades españolas allí destacadas o creando las Tropas Nómadas y la Policía Territorial del Sahara. El coste no sería muy elevado y permitiría no tener que aumentar el contingente español destacado en Afganistán. Actualmente, en la zona de responsabilidad del PRT español se encuentra desplegada una unidad tipo compañía del ANA perteneciente al 207 CE, teniendo su base operativa en la localidad de Qala e Naw y, en noviembre de 2007, el Gobierno español ha recibido autorización parlamentaria para apoyar el despliegue de dos OMLT en Badghis y empezar a formar dos kandaks.

El día a día de las tareas del PRT.

La fuerza del PRT se emplea en funciones de escolta de los trabajadores de la AECI en sus funciones de reconstrucción y desarrollo (“tajos”), en funciones de seguridad del destacamento y, ocasionalmente, en funciones de escoltas de personal de la Plana Mayor cuando se reúnen con las autoridades locales para realizar sus funciones asesoras e institucionales. El resto de las funciones consiste en patrullar por la zona (“nomadeos”) en misiones de seguridad de una duración media de tres días, que por causas metereológicas se pueden alargar a cuatro o cinco dado el estado lamentable de las pistas. En las bases permanece parte de la fuerza llevando a cabo funciones de mando y mantenimiento junto con las de seguridad del destacamento que son las normales de cualquier establecimiento militar muy apoyada en medios electrónicos superpuestos y contando a su vez con un cinturón exterior de elementos policiales afganos durante las 24 horas del día.
Siempre se procura que las patrullas del PRT vayan acompañadas de elementos de la policía nacional afgana, pues deben ser los propios afganos quienes tienen que afrontar en primer lugar los problemas de orden público y de seguridad. Para ello se les facilita el combustible y alimentación si lo requieren. Las escoltas del personal civil se llevan a cabo normalmente asignando protección a cada “tajo” de trabajo, empleando vehículos blindados en los desplazamientos y asegurando la zona del “tajo” mediante un despliegue que no sólo proteja al personal español, sino también a los afganos contratados que colaboran en su realización. Los “nomadeos” se dirigen principalmente a mostrar la presencia de la fuerza en zonas alejadas de nuestra base. Se trata, probablemente, de las misiones mas arriesgadas pues las zonas a las que se dirigen son menos conocidas, se tarda varias horas en llegar por caminos duros y peligrosos y se corre el riesgo de que las patrullas sufran emboscadas en algún punto. Para reducir el riesgo, cada “nomadeo” se organiza sobre una sección de infantería reforzada con elementos cimic, de asistencia sanitaria, de localización y desactivación de explosivos IED y UXO, de inteligencia, de logística y de señalización y adquisición de objetivos para la aviación propia. Todos se desplazan sobre vehículos blindados Vamtac dotados con inhibidores y están permanentemente enlazados por radio con la sala de operaciones del destacamento.

La protección de la fuerza es un principio fundamental de empleo en todo momento, habiéndose mejorado de forma notable los medios para llevar a cabo las misiones. Entre las mejoras a destacar cabe citar los inhibidores, los navegadores portátiles (Personal Digital Assistant, PDA), las miras holográficas individuales, blindaje en todos los vehículos incluidas las ambulancias, los teléfonos vía satélite, las gafas de visión nocturna para conducción y tiro con armas individuales, los escudos de protección de los tiradores, los robots para la desactivación de explosivos, los vehículos oruga de transporte para zona montañosa y las planchas salvaobstáculos. El equipo especializado en explosivos permanece normalmente centralizado en la base hasta que los equipos de zapadores detectan la presencia de explosivos o municiones, y entonces acuden con su robot para la desactivación o destrucción. Por motivos de seguridad y para reducir la fatiga del personal y los vehículos, se suprimían los movimientos de convoyes de noche, salvo en las proximidades de Qala e Naw, o utilizando las gafas de visión nocturna para alcanzar las bases avanzadas y previamente reconocidas antes del anochecer para evitar que el enemigo conociera la situación de nuestro campamento. La falta de recursos básicos como repuestos, alimentos y grasas en la región obligó a improvisar soluciones logísticas. Así, se recurrió al alquiler de camiones Kamac rusos de tres ejes para solucionar el transporte de las raciones de alimentación, el agua, la ayuda humanitaria, los depósitos de 200 litros de combustible y, además, los robots de desactivación de explosivos que se suben a la caja de los Kamac aprovechando las planchas salvaobstáculos. Finalmente, todos los “nomadeos” contaban con un mecánico especialista para atender las averías y con un vehículo, al menos, de policías afganos para facilitar el enlace con las policías de los distritos y con la población local.

Para preservar la moral de la fuerza, se establecieron desde el primer momento vías de comunicación con las familias mediante redes de apoyo que se organizan en las unidades orgánicas de procedencia. Cualquier problema de la familia, por pequeño que sea, tiene que resolverse lo antes posible, a fin de evitar que la preocupación por lo que pasa en casa distraiga de los cometidos de la misión. La preocupación también funciona en sentido contrario, cuando las familias conocen a través de los medios de comunicación informaciones que les alarman y sólo consiguen tranquilizarse cuando hablan directamente con los suyos. Satisfecha esta necesidad, el personal está ocupado activamente no menos de 12 horas diarias cualquiera que sea su puesto y, salvo los jueves noche ó viernes –fin de semana en un país musulmán–, las misiones se suceden sin parar. Sus períodos de descanso a lo largo de más de cuatro meses transcurren en un recinto equivalente a unos cinco campos de fútbol y sus únicas posibilidades de ocio se encuentran en el gimnasio, las lecturas, Internet y un bar donde –conviene advertir– el consumo de alcohol no está permitido. Sin poder desplazarse a un centro de población cuando acaban su jornada militar como hacen en las guarniciones de procedencia, estas condiciones de vida añaden dureza a la misión y muestran la capacidad de sacrificio de los jóvenes que rotan por el PRT. Como contrapartida, los mandos y tropa encuentran su recompensa en el cumplimiento de cada misión, el apoyo entre compañeros y el reconocimiento del trabajo bien hecho por parte de sus superiores. Un reconocimiento que se repite con frecuencia en el área de operaciones, tanto por las autoridades y población local como por las autoridades nacionales que les visitan periódicamente y que contrasta con el limitado reconocimiento que reciben al regreso de la misión si se compara con el trabajo difícil realizado en circunstancias de riesgo y al prestigio que han reportado a España ante la comunidad internacional.

Conclusiones

Una misión que se prolongará en el tiempo
Entre las conclusiones positivas a profundizar para el éxito del PRT se encuentra la necesidad de tener en cuenta las costumbres e idiosincrasia de la población afgana y respetar las instituciones afganas: Consejo de Ulemas, Consejo Provincial y Shura, entre otros. También se debe fomentar la coordinación permanente con las autoridades provinciales para decidir y ejecutar las tareas de reconstrucción dirigidas a satisfacer las necesidades básicas de su población y el apoyo a las fuerzas policiales afganas, compartiendo patrullas conjuntas a pie y en vehículos. La preocupación por no entrometerse en las costumbres locales y el respeto al derecho internacional humanitario y a los derechos humanos que se enseña y se practica en las diferentes misiones explica por qué hasta fecha de hoy no se ha formulado ninguna denuncia contra el personal de las fuerzas armadas españolas después de que aproximadamente 80.000 soldados hayan participado en las mismas.

Entre las tareas pendientes, la prioridad sería la de mejorar todas las vías de comunicación entre la capital y las seis cabeceras de los distritos de la provincia de Badghis, independientemente de las necesidades de infraestructuras que puedan existir en la base de Qala e Naw. Son indispensables tanto para que las fuerzas de seguridad afganas y las de ISAF puedan reaccionar con mayor rapidez ante la desestabilización de una zona concreta como para que el Gobierno de Kabul y las autoridades locales hagan sentir su acción en la zona y eviten que los grupos insurgentes controlen el territorio. La disponibilidad de ayudas a la navegación y de repostaje potenciaría el uso del aeródromo y la creación de una base auxiliar permanente en las inmediaciones de Bala Morghab facilitaría las operaciones en los distritos del norte.
La misión del PRT puede alargarse en el tiempo pero no puede sustituir indefinidamente a las autoridades afganas en la asunción de sus responsabilidades de reconstrucción y de seguridad para estabilizar la zona. La acción de choque llevada a cabo en el ámbito del desarrollo por el componente civil y cimic del PRT debe transferirse progresivamente a la sociedad civil afgana y a las organizaciones de desarrollo. Del mismo modo, la seguridad policial y militar no puede depender indefinidamente de la presencia extranjera de ISAF. Corresponde a las autoridades afganas desplegar y mantener fuerzas de seguridad capaces de atender el orden público, la insurgencia y las acciones terroristas. El envío de dos equipos OMLT para la formación de dos batallones del Ejército Afgano permitirá cubrir algunas de las limitaciones operativas que se presentaron durante el período estudiado pero el resultado final de la asistencia de ISAF depende de los propios afganos.

 
No puedo finalizar este análisis sin tener un emocionado recuerdo para todos los soldados españoles que entregaron sus vidas en Afganistán, muy especialmente para los 13 fallecidos que pertenecían a mi Regimiento de Infantería Aerotransportable Isabel la Católica nº 29. Si la misión del PRT pudo llevarse a cabo fue gracias al sacrificio de hombres y mujeres como ellos, magníficos soldados que sólo buscaron la satisfacción del deber cumplido y a quienes tuve el privilegio de mandar. Que descansen en la Paz por la que lucharon y entregaron sus vidas.

Rafael Roel Fernández.
Coronel de Infantería y ex jefe del PRT español en Qala e Naw entre octubre de 2006 y marzo de 2007


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